La misión del sacerdote


Un profesor universitario pregunta a Josemaría Escrivá qué «función» tiene un sacerdote en la vida social. El contexto es una reunión en Brasil, el 1 de junio de 1974, año en que san Josemaría cumplía sus 50 años de sacerdocio.

– Padre, soy profesor universitario. Sabemos que el Padre está en el año cincuenta de su sacerdocio; damos por eso muchas gracias a Dios, por la fecundidad inmensa de su trabajo. ¿Podría Padre, hablarnos resumidamente, de su vida de sacerdote y también, en pocas palabras, sobre la misión del sacerdote en la vida moderna?
– Hijo mío, me da mucha alegría contestar a un universitario, a un colega. Yo, desde los dieciséis años, estoy en contacto con la Universidad. Y no me has llamado viejo, pero has dicho que estoy en el año cincuenta de mi sacerdocio: has sido prudentísimo. Y es verdad. En primer término tengo que agradecer a Dios Nuestro Señor estos cincuenta años de labor. He trabajado, ¿quieres que te lo diga como lo suelo decir, porque me vas a entender muy bien? «ut iumentum, ut iumentum factus sum apud te…,» ya traduzco, ¿eh? como un borriquito, ¿se entiende?
– Sí, Padre.
– Como un borriquito estoy delante de Dios, tirando del carro. Ese ha sido el oficio al que yo me he dedicado. Mi oficio es servir al Señor, y por el servicio del Señor, servir a todas las almas sin distinción. Una parte de tu pregunta está contestada. Y ¿cómo sirvo al Señor?: hablando a las almas de Dios y sólo de Dios. Me olvido de que soy abogado,
me olvido de que tengo tres doctorados, que no me sirven para nada. Sólo quiero recordar, que soy Cristo; y Cristo habla de paz y de guerra, Cristo habla de dar y de darse, y Cristo habla siempre de amor. De modo que hijo mío, te contesté: yo no sé hablar más que de Dios; no puedo hablar más que de Dios, si hablara de algo que no sea Dios, me equivocaría. Y creo que ésta es la misión del sacerdote: hablar de Dios,
repetir una y otra vez las palabras de Cristo Señor Nuestro, la doctrina salvadora del Redentor, y administrar los santos sacramentos…, sin distinción, con amor, para todos igual