LA NUEVA EVANGELIZACIÓN EXIGE BAJARSE DEL BURRO

ÁNGEL JUBERA, anjupa1@yahoo.es
SAN FERNANDO DE HENARES (MADRID).

ECLESALIA, 06/09/11.- Del burro del autoritarismo, la pompa, las abstracciones, las complejas teorías, la ausencia de escucha, la distancia del pueblo y la inmisericorde rigidez. Es decir, hay que bajar a la simplicidad y claridad del Evangelio de la que nos hemos alejado.
Se está hablando mucho y se hablará más en el futuro de «la nueva evangelización». El Vaticano se está moviendo en esa dirección. Sin embargo, los católicos de a pie -con algunas escoceduras de siglos- nos hacemos preguntas: ¿Seguirán los «sabios y entendidos» encaramados en su guindo o pondrán el oído para escuchar al pueblo? ¿Se conformarán con añadir a sus complicados textos palabras como web, móvil, blog, TV, ipad, etc. o aprenderán a escuchar a los laicos y darles entrada en la misión eclesial? ¿Nos darán ejemplo los de arriba evangelizándose a sí mismos o todo se quedará en huecas palabras y buenas intenciones?…
Mientras mis interrogantes bullían dentro de mí y ajustaba bien mi atención para regocijarme con esa deseada vuelta al Evangelio, ha caído en mis manos un precioso libro: «Meditaciones desde la calle» de Jairo del Agua, editado por KHAF (Grupo Edelvives). Anteriormente había visitado su Blog e incluso había aportado algún comentario. Mi curiosidad me llevó a buscar a este laico, padre de familia, escritor y bloguero católico con el que pasé un larguísimo rato.
He ido de sorpresa en sorpresa. Y, como yo también soy católico, padre de familia y laico de calle, no he podido resistir la tentación de resumir mis impresiones sobre este autor que rompe moldes y difunde una «evangelización nueva», tal vez sin ser demasiado consciente de ello.
Lo primero que me ha llamado la atención de este «católico de calle» (tal vez eso haga recelar a los muy clericales) es que habla como escribe: con ardor, con convencimiento, con claridad, con amor. Oyéndole no se puede poner en duda su autenticidad. Se nota que habla desde su pozo interior.
Me pidió que le comunicara las dudas e inquietudes que sus «Meditaciones desde la calle» pudieran suscitarme. Pero está todo tan claro y tan bien explicado que no tengo absolutamente nada que preguntar. Este libro va derecho al corazón. Y cuando los mensajes se transmiten con el corazón, con el corazón se reciben y no hay preguntas, solo gozo y luz.
Resulta tan evidente y tan de sentido común lo que transmite que, después de leer los textos del Concilio Vaticano II (que estoy estudiando en estos momentos), se me queda una cara de tonto imponente y me pregunto si vale para algo tanto documento eclesial. Es absurda la proliferación de tantas normas y decretos, cuando el Mensaje es tan sencillo, tan fácil, tan hermoso.
¿Por qué se hace así? ¿Qué motivación ha tenido y tiene la Jerarquía para complicar tanto una cosa tan sencilla y tan bonita? ¡No lo sé, la verdad! Quizás fuera necesario para unos hombres de fe no muy madura. Pero también pienso que el propio «ego» de la Jerarquía (ellos son los más sabios, los más cercanos a Dios y sus infalibles intérpretes) les ha complicado tanto que se encumbran en su sitial de teorías oscuras y nos inundan con sus abstractas ideas. Es posible que, cuando avance en mis estudios, pueda comprender algo.
Otra cosa que me ha llamado la atención de Jairo del Agua es el amor que transmite a la Iglesia, en persona y en su libro. Me sorprende enormemente que algunos -más papistas que el papa- le tachen de hereje cuando se palpa su amor a la Iglesia y lo contagia. Un amor y una consideración que no he visto nunca en esos «católicos críticos» -y no tan críticos- con la Jerarquía, de la que afirman cosas similares, pero sin el punto positivo de crítica constructiva y amorosa que Jairo transmite. Todo un ejemplo que deberíamos tomar muchos de los que nos consideramos Iglesia.
Toca en su libro temas teológicos, doctrinales y dogmáticos muy importantes, muy bien tratados por cierto, y con evidente claridad. ¿Por qué los que tienen la autoridad y la misión de evangelizar no usan ese lenguaje? ¿Por qué no avanzan hacia lo evidente y se empeñan en actitudes y teorías contradictorias con el propio Evangelio? La «nueva evangelización» exige otro lenguaje y una mayor coherencia. Es una necesidad urgente. En mi opinión, hasta que no se haga así vamos a seguir dando tumbos de un lado a otro como hasta ahora.
Lo que me ha parecido más puro, lo más grande, lo que más me ha inspirado, es la oración, la mística que hay en todas las páginas de este hermoso libro. No puedo expresar lo que me ha quedado dentro. Solo puedo decir que me he propuesto -ahora que acabo de cumplir 50 años- orar, contemplar, meditar a diario, con esa «determinada determinación» que señala Teresa de Jesús y Jairo imita.
Creo que lo leído está al nivel de los libros más profundos que he conocido en los últimos años de mi vida, libros de maestros orientales como Yogananda, Sivananda, y de maestros occidentales como Eckart Tolle. Libros que son profundos porque son sencillos. No hay nada que analizar, solo hay que vivirlos. Las religiones son todas diferentes pero Dios es uno. De ahí las coincidencias de los místicos cuando se acercan y viven a ese único Dios universal que nos habita.
Para terminar, yo le pediría a este laico -consagrado a la misión de evangelizar- que no deje de escribir, que no cambie su espontaneidad y frescura, que no deje de compartirnos sus luces, porque todo eso es necesario para la «nueva evangelización». Me temo que algunos quieran seguir construyendo «torres de Babel», pero lo que necesitamos son muchos «jairos» con mucha «agua» para saciar la sed de tantos sedientos y descargar las espaldas de tantos aplastados por una religión plúmbea. Doy gracias a Dios por haberme permitido conocer al escritor y a la persona. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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