No seamos cobardes, sí podemos, con Cristo

El Cardenal Juan Luis Cipriani presentó a las religiosas de distintas comunidades que trabajan en la Arquidiócesis de Lima su carta pastoral: “Al Encuentro con Cristo” como uno de los primeros frutos de las reflexiones finales del plan de acción del XX Sínodo Arquidiocesano de Lima, que fue un tiempo de meditación de todos los fieles, sacerdotes y religiosos para ayudar al Obispo a analizar los retos pastorales que enfrenta hoy la Iglesia de Lima, proponiendo un camino para los próximos años.

“No hay que huir, hay que enfrentar, y para enfrentar iniciamos un proceso. (…) No seamos cobardes, sí podemos con Cristo, en Cristo, por Cristo. Nosotros, nada; la ola viene fuerte, sí; la degradación es muy grande, sí; los problemas sociales son inmensos, sí; las discusiones son tremendas, sí; tenemos poca gente, sí; pero está Cristo”.

“Hay que educar el corazón con la dirección espiritual”

Asimismo, les recordó la importancia de nutrir el corazón de cosas positivas y cada día enamorarse de Jesús y de las labores que desarrollan:

“Al corazón hay que tenerlo controlado de sus caprichos y darle de comer cosas buenas; que se enamore de Jesús, que se enamore del apostolado, de esa gente, que se enamore de ese enfermo o ese niño; que se enamore de esa mujer que se ha divorciado y está sola; que se enamore de esa hermana que está pasando por un mal momento. Que el corazón se vuelque de cosas buenas, porque si no, el corazón se queja; y un corazón que empieza a tener hambre porque no le das nada, busca cosas indebidas. Hay que educar al corazón, para decir “no” y para decir “sí”, y para educarlo hay que tener una buena dirección espiritual”.

“Privilegien el tiempo de estar con la gente”

Finalmente, les pidió que dejen de lado tanto trabajo administrativo y rutinario, y que se dediquen a ayudar en su comunidad, escuchando, visitando; con acciones:

“En el colegio donde estén pónganse como tutoras, a recibir a estas chicas que quieren contarte su vida, a esos padres de familia que quieren desahogar sus problemas. Privilegien el tiempo de oración, el tiempo de apostolado, el tiempo de estar con la gente. (…) Se nos ha metido mucho el activismo manual, administrativo, y hemos perdido salir un poco a escuchar, a estar, a rezar, a acompañar, a visitar”.

“Si viven en un ambiente donde hay hospitales o clínicas, no se puede morir la gente sin el consuelo de la presencia de una religiosa, sin el consuelo de la cercanía de Dios. Visiten y lleven una palabra de aliento, a cualquier hora del día; hay que hacerlo”.