Servicio – #Reflexión bíblica

«Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos.» Jeremías 1:17 (RVR)

La versión internacional de la Biblia, aclara un poco más este texto, para los días que vivimos. Lo traduce así: Pero tú, ¡prepárate! Ve y diles todo lo que yo te ordene. No temas ante ellos, pues de lo contrario yo haré que sí les temas.

Esta orden la da Dios mismo. Y su siervo escogido es un muchacho joven. No tenía influencias sociales ni políticas, no tenía ningún padrino, no tenía poderío económico, no era famoso ni reconocido. Dios llama a Jeremías y le pide tres cosas: prepararse, levantarse y hablar. Un desafío interesante y supuestamente atractivo.

Pero Dios no le oculta nada al joven profeta y le anticipa que lo que le está pidiendo es un llamado a servir en una misión que para los hombres será un fracaso. Nadie va a escucharlo, nadie va a cambiar, no va a lograr nada, y deberá enfrentar una terrible oposición durante todo su trabajo. Y a pesar de lo difícil de la tarea encomendada, Dios le exige que inmediatamente se disponga para hacer los tres pedidos.

Todo servicio demanda preparación persona. Capacitación y estudio. Dios no quiere improvisados ni personas mediocres. Él demanda excelencia, porque es un Dios excelente. Lo que también demanda Dios es levantarse. Es salir de la comodidad a la que estamos acostumbrados, y despertarnos. No se puede aceptar el llamado sentado en el sillón haciendo zapping. Finalmente, lo que Dios nos pide es hablar. Que nuestro discurso esté refrendado con una actitud de vida y que ambos prediquen lo mismo: a Cristo.

Jeremías aceptó el llamado de Dios y lo cumplió al pie de la letra. Para los hombres fracasó porque no logró nada. Pero para Dios fue un profeta exitoso. Porque Dios mide el éxito no con los parámetros humanos de dinero, poder, y cantidad. Sino con el parámetro de la fidelidad. De cumplir las tres condiciones que Dios pone al llamado: prepararse, levantarse y hablar.

¿Qué motivó al joven Jeremías a aceptar el llamado de Dios? Su pasión por Dios. Y en esto hoy fallamos. Tenemos demasiados servicios, programas, estructuras y metodologías. Pero perdimos la pasión por Dios. Él prefiere un siervo con un corazón apasionado, antes que diez teólogos o filósofos del evangelio.

Dios te está llamando como a Jeremías:

REFLEXIÓN – ¿Qué vas a hacer?

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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