“Si crees en Dios que se vea en tu vida, en tu trabajo, en tu alma, en tu manera de vivir; que se vea que crees en los principios que Él te ha dado”, exhortó el Cardenal Juan Luis Cipriani en la Santa Misa que presidió el domingo 08 de agosto, XIX del tiempo ordinario.
Durante su homilía, el Arzobispo de Lima mencionó que Dios se ha revelado a nosotros a través de su hijo, Jesucristo, y espera nuestra repuesta.
“Dios nos ha revelado la vida eterna, nos ha revelado la Trinidad, nos ha revelado que Él es Dios y hombre verdadero, nos ha revelado que se queda con su cuerpo en el altar en la Santa Misa”, prosiguió.
Señaló que para responder a esta revelación es necesario tener fe con obras, que se ve reflejada en la fidelidad matrimonial, en la honradez del trabajo, en la comprensión a las demás personas, en el esfuerzo y sacrificio por cumplir siempre nuestros deberes.
Recordó también que la fe no enfrenta a la cultura, sino que la ilumina y lo que tiene de bueno lo va rescatando y lo que no era verdad se va quedando en el tiempo.
“La fe impulsa la vida a cumplir su obligación. La fe no te dice cómo ser un ingeniero o policía, te habla de honradez, veracidad, justicia, paciencia, fortaleza; te habla de unos principios, para que cada uno diga: “Dios, has lo mejor que puedas tu trabajo”. Todos tienen que poner de su parte lo que Dios les dio: su hogar, su familia”, continuó.
En otro momento, el Pastor de Lima exhortó a los fieles a ver a Dios con fe y abrir el corazón a la luz de la esperanza, ya que ambas se enlazan, movidas por la caridad, por el amor a Dios y al prójimo.
“En nuestra vida es muy parecido, si no hay ese motor inicial de amor a los demás, entonces la fe no se ve desafiada para responder y la esperanza no se pone en práctica, ya que el egoísmo, la soberbia, el no mirar mucho a los demás, el no quererlos nos hace ir por el camino incorrecto”, mencionó.
Finalmente, el Cardenal Cipriani pidió a la Virgen María que nos enseñe a aumentar nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra caridad y ponerlas en práctica para que la credibilidad del mensaje de Dios quede perpetuada en nosotros.