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5º Domingo del Tiempo Ordinario

5° Domingo del Tiempo ordinario

Reflexión de las lecturas para el V Domingo del tiempo ordinario, ciclo A 

DAR SABOR A LA VIDA

Una de las tareas más urgentes de la Iglesia de hoy y de siempre es conseguir que la fe llegue a los hombres como “buena noticia”. La evangelización no es exclusivamente llevar la doctrina de Jesucristo a aquellos que todavía no la conocen o la conocen de manera insuficiente, preocupándonos de asegurar la enseñanza religiosa y la propagación de la fe frente a otras ideologías y corrientes de opinión. En este caso se busca que estemos bien formados, que conozcamos perfectamente el mensaje cristiano y lo transmitamos de manera correcta.        Por supuesto que la evangelización implica anunciar el mensaje de Jesucristo, pero esto no es lo único ni lo más decisivo. Evangelizar no es sólo anunciar verbalmente una doctrina, sino además, y muy importante, hacer presente en la vida de las gentes la fuerza humanizadora, liberadora y salvadora que se encierra en el acontecimiento y la persona de Jesucristo, actuando como testigos vivientes del evangelio. Se necesitan creyentes que den testimonio con su vida que el evangelio, cuando es acogido con convicción y de manera responsable, encierra una fuerza humanizadora y salvadora.

Las palabras de Jesús llamándonos a ser “sal de la tierra” y “luz del mundo” nos obligan a los creyentes a ser “buena noticia” para la gente de hoy, a poner en la actual sociedad algo que dé sabor a la vida, algo que purifique, sane y libere de la descomposición espiritual y del egoísmo brutal e insolidario en que vivimos.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA DEL 5º DOMINGO TIEMPO ORDINARIO/A

 

1ª LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías 58,7-10 
Esto dice el Señor:
– Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo, y no te cierres a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, enseguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá. Gritarás y te dirá: «Aquí estoy».  Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia,  cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente,
brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. Palabra de Dios.

                                 COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

El profeta levanta la voz para proclamar que los ayunos y los sacrificios que el pueblo hace no son los que Dios quiere. El Señor Dios quiere de su pueblo que parta el pan con el hambriento, que destierre la opresión y abra el camino a la justicia de Dios. Será entonces cuando será agradable a Dios el culto que se le ofrece.

Sal 111, 4-5. 6-7. 8a y 9 
R. El justo brilla en las tinieblas como una luz.
 

2ª LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2,1-5 
Hermanos:
Cuando vine a vosotros a anunciaros el testimonio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
Me presenté a vosotros débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

El apóstol Pablo escribe a los cristianos de Corintio para decirles que él les anunció la salvación que nos consiguió Jesucristo no con una elocuencia sublime, sino con humildad. Su predicación la hizo con la fuerza del Espíritu Santo. La fe en Jesús no se debe apoyar en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios.     Nuestra salvación está en Cristo Jesús y éste, crucificado.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,13-16 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo. Palabra del Señor.

 

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

El cristiano debe «condimentar» el ambiente en el que vive: ha de ser sal. Sal que unas veces consistirá en sembrar paz, alegría, compañía, consuelo, esperanza y otras dar sentido a situaciones especiales, a acontecimientos peculiares, a sacar de dudas o tambaleos. La sal del cristiano se vuelve sosa cuando esconde su fe, cuando tiene miedo de mostrar su criterio cristiano, cuando no da testimonio de su esperanza.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

SALIR A LAS PERIFERIAS

“Vosotros sois la sal de la tierra”. Los discípulos de Jesús hemos de contribuir a que las gentes saboreen la vida sin caer en la corrupción.

     “Vosotros sois la luz del mundo”. Los discípulos de Jesús podemos aportar la luz que se necesita para orientarnos, para ahondar en el sentido último de la existencia y caminar con esperanza.

Si la sal permanece encerrada en un recipiente no sirve para nada. Si la luz permanece oculta no puede alumbrar a nadie. Solo cuando está en medio de las tinieblas puede iluminar y orientar. De la misma manera “una Iglesia aislada del mundo no puede ser ni sal ni luz.

El Papa Francisco ha visto que la Iglesia vive hoy encerrada en sí misma, paralizada por los miedos, y demasiado alejada de los problemas y sufrimientos como para dar sabor a la vida moderna y para ofrecerle la luz genuina del Evangelio. Su reacción ha sido inmediata: “Hemos de salir hacia las periferias”.

El Papa insiste una y otra vez: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrase a las propias seguridades.

La llamada de Francisco está dirigida a todos los cristianos: “No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos”. “El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro”. El Papa quiere introducir en la Iglesia lo que él llama “la cultura del encuentro”. Está convencido de que “lo que necesita hoy la iglesia es capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones”.


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