Camino de Cuaresma – La fe del silencio

Camino de Cuaresma – La fe del silencio

ORACIÓN INICIAL

Estoy caminando en el desierto de la fe, Jesús. Un desierto que se convirtió en maestro de la fe para tu pueblo Israel. Ayúdame a entrar en él, avanzar y progresar con la mirada puesta siempre en ti.

Sé que pasaré por pruebas, que mi inteligencia y voluntad serán purificadas, que mi sensibilidad también sentirá el calor y el frío del desierto. No tengo miedo porque sé que tú estás conmigo, yo quiero seguir tus huellas y salir victorioso con una fe sólida e inquebrantable.

Déjame sentir tu presencia y líbrame de lo que me impida reconocerte en cada circunstancia de mi vida.

CITA

El Señor dijo a Elías: Sal y quédate de pie ante mí en la montaña. ¡El Señor va a pasar! Pasó primero un viento fuerte e impetuoso que hacía temblar las montañas y quebraba las peñas, pero el Señor no estaba en el viento.

Al viento siguió un terremoto pero el Señor no estaba en el terremoto. Al terremoto, siguió un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego.

Al fuego siguió una suave brisa. Elías, al oírla, se cubrió e rostro con su manto y saliendo afuera, se quedó de pie a la entrada de la gruta.

1 Reyes 19, 11-13

REFLEXIÓN

¿En qué basamos nuestra fe? Queremos ver milagros, signos portentosos de la acción de Dios en nuestra vida. Estamos acostumbrados a vivir en la cultura del ruido.

El silencio es evitado a toda costa, nos incomoda, no sabemos qué hacer con él, nos da miedo porque nos abre a un mundo desconocido. Pero en el fondo, sabemos que lo necesitamos.

Y en este contexto de la falta de silencio, la oración se dificulta mucho. Nos cuesta tener un diálogo con Dios, encontrarnos con Él en medio de una ausencia de palabras o de manifestaciones evidentes de su presencia.

Y nos olvidamos que el silencio es presencia, posibilidad de encuentro e incluso el lenguaje preferido por Dios.

En este silencio descubrimos su presencia, no en el ruido. El silencio nos ayuda a entrar en nosotros mismos, vernos como Dios nos ve y también nos abre más a Dios, a su presencia misteriosa.

El mundo nos quita este regalo tan precioso que es el silencio. Recupéralo en tu vida. La fe se alimenta con el silencio de la oración. La oración abraza la fe con el regalo de la presencia de Dios.

Prepárate para el encuentro de cada día silenciando primero el ruido exterior pero también el ruido interior, que es mucho más difícil de acallar. Aprende a lavarte con silencio: lavar tus recuerdos, tus pasiones, tus miedos, tus inquietudes, tus ansiedades.

Es el silencio de la fe, una fe que hace que la semilla que Dios ha depositado en tu corazón, vaya creciendo, imperceptiblemente pero muy eficazmente. Descubre cada día este desierto de la fe recorriéndolo de la mano del silencio. Cúbrete el rostro como Elías y sal cuando escuches el silencio porque Dios está por llegar.

ORACIÓN

SILENCIO

El silencio parece ser tu lenguaje hacia el hombre
El silencio fue testigo del acto de la creación
El silencio de la noche te acogió entre los hombres
El silencio te envolvió hasta el bautismo

El silencio comunica profundas emociones
El silencio provoca reacciones
El silencio me muestra mil razones
El silencio me recuerda mil canciones

El silencio es medicina y alimento para mi camino
El silencio es música y compañía para mí, peregrino
El silencio es plenitud cuando se tiene corazón de niño
El silencio es amor que me lleva a mi destino

Jesús a mi alma

Sí, el silencio es mi lenguaje porque soy Palabra
La Palabra que habló el Padre y así, en silencio
Ha de ser escuchada por tu alma

Silencia tu razón y entendimiento
tus pasiones, tu corazón y sentimientos
tus emociones, sueños y temores
Deja que te hable a los cuatro vientos

Confía ¡oh alma mía! pues soy presencia y no ausencia
Doy la vida a través de mi corazón traspasado
Mi silencio es amor que te da toda su esencia
Soy Amor y como enamorado, mi silencio te he dejado

Abrázalo, vívelo, escúchalo, pues será para ti alimento
Palabra viva que te librará de cualquier tormento
Paz para tu alma atribulada en este momento
Vida eterna que te salva y te da mi testamento

Del libro Jesús a mi alma. P. Guillermo Serra, L.C.

PROPÓSITO

Buscar un momento fijo de silencio al día para encontrarse con Dios y buscar formar el hábito del silencio. Algo práctico puede ser dejar el teléfono durante varias horas para crear este hábito de silencio y escucha.

Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.