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DOS NUEVOS SACERDOTES PARA LA DIÓCESIS DE ZÁRATE-CAMPANA

El Obispo diocesano, Mons. Oscar Sarlinga, ordenó presbíteros a Alfredo Antonelli y a Fernando Fusari, en una ceremonia en la iglesia co-catedral de la Natividad del Señor, el sábado 19 de diciembre ppdo.

Una multitud de fieles provenientes de distintas comunidades de la diócesis, también de San Antonio de Areco, de donde los actuales sacerdotes, colmó la amplia iglesia y el gran salón continuo, desde donde siguió la ceremonia en pantalla gigante. Fueron 57 los sacerdotes que concelebraron la Santa Misa, entre los cuales el Vicario general, Mons. Galuppo, el pro-vicario general y Rector del Seminario «San Pedro y San Pablo», Mons. Santiago Herrera, el vicario de pastoral, Mons. Justo Rodríguez Gallego, el cura párroco de la Natividad, Pbro. Daniel Bevilacqua, el cura párroco de San Antonio de Areco, P. Santiago Whelan y el Pbro. Oscar Menescardi, Rector del Seminario de Gualeguaychú. Asistieron 5 diáconos permanentes y los seminaristas del mencionado Seminario «San Pedro y San Pablo», de la diócesis de Zárate-Campana, así como religiosos, religiosas, y autoridades civiles del partido de Escobar.

Los neo-sacerdotes han recibido parte de su formación en el Seminario Mayor «María Madre de la Iglesia» de la diócesis de Gualeguaychú, donde eran enviados los seminaristas de Zárate Campana, y concluyeron los estudios teológicos en la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina. El Pbro. Fernando Fusari nació en San Antonio de Areco el 13 de mayo de 1980, participó de los grupos juveniles y de la Legión de María, así como del Movimiento de Jóvenes llamado «Partida», del cual el Obispo lo nombró asesor. El Pbro. Alfredo Antonelli nació también en San Antonio de Areco, el 23 de octubre de 1983. En su parroquia fue catequista de comunión y confirmación.

Mons. Sarlinga, en su homilía, mencionó que muchos podrían formularse la siguiente pregunta: “¿Por qué están hoy aquí estos jóvenes diáconos, con toda la disposición de su espíritu, para recibir de manos de su Obispo la ordenación presbiteral?”. Y respondió: “Quieren dedicar su vida al Ministerio sacerdotal. ¿Por qué?. Por entrega al Amor de Cristo”. Explicó dicha disposición de espíritu, profundamente cristocéntrica, de los ordenandos con las palabras de una audiencia general de Pablo VI (1971) cuando tuvo ocasión de referirse a la razón por la cual un hombre quiere ofrendarse en la vida sacerdotal, y esa razón vivencial es cristocéntrica: “Él –Cristo- lo ha enamorado de Sí, al punto de hacer madurar en él el acto de amor más pleno y más grande del cual el corazón humano sea capaz: la oblación total, perpetua, feliz, de sí mismo… Él –el sacerdote- ha tenido el coraje de hacer su vida una ofrenda, propiamente como Jesús, por los otros, por todos, pos nosotros”.

En el curso de su homilía les pidió que ejerzan el ministerio “con gran esperanza, c0n la serenidad de hacer las veces (…) de Aquel «Emmanuel», “Dios-con-nosotros”, que nos vino a liberar para así introducirnos en el camino de la «novedad» de vida (Cf. Rom 6,4), porque Él hace nuevas todas las cosas” y los instó a no olvidar que, como lo ha dicho recientemente el Papa Benedicto XVI al presentar como modelo a San Juan María Vianney, la fecundidad sacerdotal derivará de la c0nfluencia de la santidad objetiva del ministerio con la subjetiva del ministro. “El método pastoral más primigenio y más eficaz es la santidad de vida, en la total identificación con su ministerio”, agregó.

Se dirigió a continuación a Alfredo Antonelli y a Fernando Fusari diciéndoles que, en un sentido, la celebración de su ordenación los configura para un Bautismo del fuego del Espíritu, a modo de Jesús, del cual, la «sed» que clamó tener, en la Cruz, es “(…) la última expresión de ese deseo del bautismo que tenía que recibir y de fuego con el cual encender la tierra, manifestado por Él durante su vida”, y citó al respecto el versículo de Lucas: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!» (Lc 12, 49-50).

Exhortó luego a quienes enseguida recibirían la ordenación a ser valientes y no temer, “a tener coraje e intrepidez, con humildad, recordando siempre el Salmo 18: Preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine… sabiéndose, a la vez, «embajadores» del Príncipe de la Paz”(Cf Ef 2,14). Dijo que “por causa del egoísmo, la soberbia y la prepotencia -incluso cuando esta última está disfrazada de dulzura- la paz se pone en peligro y hasta se llega a romper”, pero les pidió que sean siempre “constructores de la paz” (Cf. Mt 5, 9), para “desarrollar la comunión fraterna, eliminar todo muro de división que pueda existir (Cf. Efe 2,14) y sembrar esperanza, el realismo de la esperanza que no defrauda”.

El Pbro. Alfredo Antonelli fue designado por el Obispo vicario interparroquial de la Natividad del Señor y de San Juan de la Cruz, de Belén de Escobar, y el Pbro. Fernando Fusari, vicario parroquial de Santiago Apóstol, de Baradero.

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