La gramática y la aritmética no suelen llevarse bien a la hora de hacer literatura sobre ningún asunto. Con todo, hoy me vais a permitir que os dé números en medio del texto
La Iglesia Católica es 5.800 hospitales, 500.000 sacerdotes, 5.500 obispos, 230.000 escuelas con 64.000.000 de alumnos y 4.000.000 de estudiantes en universidades católicas.
No pretendo agobiar, pues los números terminan mareando al lector que, al menos en mi caso, ha de releerlos para percibir más ajustadamente su volumen total.
Ahora bien, de 5.000 médicos dedicados a la ginecología y obstetricia, solamente 150 practican abortos en España.
El dato es del mayor interés, pues demuestra varias mentiras de la propaganda abortista. No era verdad que las mujeres pobres en España no pudieran abortar, pues la inmensa mayoría de los abortos se practican fuera de la Seguridad Social. Tampoco era cierto que en España abortasen sólo las mujeres ricas, aunque las clínicas abortistas no fueran un espléndido negocio en el que se aprovechan incluso partes de los niños para la industria cosmética. Si el problema social era de la magnitud con la que se nos intentó convencer… ¿por qué la descompensación de los abortos en hospitales públicos es tan exagerada respecto de las clínicas privadas? De 5.000 especialistas, sólo 150 practican abortos… y nuestro gobierno desea establecer listas de objetores de conciencia… a este paso no tendrán papel suficiente.
La medicina en todas sus especialidades es un maravilloso canto a la vida cuyos sinfónicos acordes glorifican la condición humana y llenan de dignidad el nacimiento, crecimiento, madurez, vejez y muerte. Pocas actividades están tan cerca de la hondura humana.
Establecer listas de objetores de conciencia contradice los postulados históricos de la izquierda, pues fue la parte de la sociedad más renovadora la que luchó por la supremacía de la conciencia respecto de las leyes. Recuérdese la objeción de conciencia militar. No se puede llamar «progreso» a lo que es un «regreso» a la barbarie inhumana contra el más débil entre los débiles. La propuesta de elevar el aborto a derecho constitucional, lejos de ser «progresista», es netamente «regresista». Los números lo cantan, lástima que los números católicos no sean suficientes para contrarestar las propagandas oficiales interesadas en extender la cultura de la muerte.

