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El artista de los murales religiosos

José Fuentes emigró hace 60 años a Argentina en busca de una vida mejor
04.09.10 – 02:06 – ISABEL ALCÁNTARA |

El pasado 28 de junio se cumplieron sesenta años desde que José Fuentes Rada pusiera su primer pie en Argentina. Iba buscando una vida mejor y parece que la consiguió, porque allí ha echado raíces. Sólo tenía 24 años. Por aquel entonces, la situación económica de aquel país suramericano era muy favorable, contrariamente a lo que ocurría en su Granada natal.
Uno de sus tíos, hermano de su padre, vivía allí y solicitó lo que se llamaba la ‘carta de llamada’. En ella se solicitaba la presencia de José y se le aseguraba un contrato. Las oportunidades laborales en Argentina eran abundantes y contrarrestaba con una España empobrecida.
Así, este granadino, tomó las maletas para hallar un mundo nuevo. Realizó un viaje en tren desde aquí hasta Vigo, y una vez en Galicia, tomó un barco en el que navegó por el océano Atlántico durante quince días. Allí encontró trabajo y también la compañía. A los seis años de su estancia, en 1956, se casó con María Esther Alfaro, autóctona del país que años antes había acogido a José. Fruto del amor y de un matrimonio que parece ser bien avenido, nacieron cinco hijos.
María de las Mercedes, María de los Ángeles, José Manuel, María del Carmen y María Eugenia son los nombres de sus vástagos. Las féminas en su familia han ganado por goleada.
Pintura
En el país del tango, quizás José no ha aprendido a bailar, pero lo que sí ha hecho ha sido desarrollar su mayor habilidad: pintar.
Ha dedicado toda su vida dar pinceladas de colores y crear enormes y bellos murales. Especialmente en edificios religiosos. Vive en la ciudad de Bahía Blanca, situada dentro de la provincia de Buenos Aires. Y gran parte de sus trabajos artísticos los ha llevado a cabo ahí.
Sus obras están muy valorados en Argentina, e incluso han sido reflejadas en algunos medios de comunicación.
Se inició en el arte bien temprano, y dentro de su largo hacer, de los primeros y seguramente de los más importantes, es el que hizo dentro de la Catedral de Nuestra Señora de la Merced. Inició la obra en 1955 y estuvo trabajando en ella hasta 1980. También por aquella fecha trabajó en la capilla de Hospital Regional Español de Bahía Blanca. Pero la cosa fue a mucho más. Parroquias, capillas, santuarios e iglesias han pasado por sus manos. José ha dejado su sello en localidades como Olavarría, Villa Mitre, Coronel Pringles, Viedma, Stroeder, Patagones, Coronel Suárez, Rauch, Tandil, Saavedra o Fortín Mercedes. Toda una ruta, principalmente por la provincia de Buenos Aires, digna de merecer y con cierta esencia granadina.
Entre los pinceles y la restauración ha pasado su vida. Y ahora, aunque está jubilado, sigue cultivando esta afición. La combina con lo que más le gusta en aquel país: su familia. Una gran descendencia que reúne a menudo para deleitarse con ricas paellas y recordar por un rato el lugar que vio nacer a este hombre. Adora su tierra de ahora, pero no termina de convencerle lo poco respetuosos con las normas que son allí.

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