Historias reales de gente real – Cuaresma, 40 últimos

Cada vez es más frecuente aprovechar los espacios exteriores de las viviendas urbanas para disponer, no las típicas macetas con flores, sino cajoneras con plantas comestibles. Terrazas y azoteas se están convirtiendo así en minihuertos urbanos en la propia casa. HuertaTerrazaBarcelonetaEs el caso, entre otros, de Josep Maria, quien ha convertido la terraza de su casa de La Barceloneta en un lugar de ocio, aprendizaje y producción de alimentos. «Es una manera de estar en contacto con la tierra, algo que en una ciudad como Barcelona no siempre es fácil», explica. «Como todo, supone tiempo y dedicación, pero es algo perfectamente compatible con una vida normal y merece la pena». Entre las ventajas, menciona el compostaje de las basuras orgánicas de la vivienda. «Ahora generamos mucha menos basura, porque la aprovechamos para hacer que se convierta en abono», dice orgulloso mientras muestra la compostera organizada en capas donde una buena cantidad de lombrices americanas está haciendo su trabajo. «Y no solo es algo bueno para los de casa; también lo es para la ciudad y el medio ambiente».

Para los que no tienen terraza en su vivienda existe la opción de utilizar la azotea del edificio vecinal. Es lo que han hecho en la comunidad de vecinos de Olof Palme 12, en Valencia. LuisRemeAmparoSantiago,Chema y Ester nos lo cuentan así: HuertaAzoteaValencia«Somos 10 las familias que vivimos permanentemente en el edificio y el proyecto se ha apoyado por unanimidad. Se han hecho las obras para instalar un par de grifos en la zona que hemos dedicado al huerto. Los gastos de puesta en marcha se han pagado entre todos, aunque, de momento, sólo tres familias nos hemos animado a subir macetas o mesas de cultivo y empezar la aventura de cultivar nuestros propios alimentos. Hemos instalado también una compostadora para reciclar los residuos del huerto y producir humus. Como no hay mucho espacio (unos 100 m2) cultivamos básicamente hierbas aromáticas, verduras para ensalada y algunas flores. El huerto lleva funcionando un año, cada vez tenemos más experiencia y obtenemos mejores resultados.»

INEA_ValladolidGerardo y Dionisia nacieron en 1928 y después de toda una vida trabajando como asalariados en una finca, ahora viven su jubilación en Valladolid, donde se han apuntado a cuidar un huerto ecológico en el proyecto de Huertos ecológicos INEA. Gente sencilla. Recuerdan a Isidro Labrador y María de la Cabeza. Siguen enamorados del campo, de la naturaleza y de la agricultura. Ya no lo hacen por necesidad como antes, ahora lo hacen porque les apasiona: hortalizas ecológicas, trabajo en común, cuidado de la naturaleza. Cultivan el huerto con cariño y lo que sacan de él lo reparten con sus hijos. No están solos. Al caer la tarde, muchas decenas y cientos de personas, hasta 435, asoman su sombrero entre el denso follaje de sus huertos. La gente ya mayor busca en este contacto con la tierra poner en juego valores, actitudes y capacidades que muchas veces la vida no deja desarrollar y que hacen crecer por dentro, a la vez que las plantas crecen por fuera. Hace poco, una hortelana, cuyos problemas familiares son de tal magnitud que podrían desequilibrar a cualquiera que no tenga su fortaleza, decía: «Y me dicen en casa que deje el huerto… y yo les digo que no, que no lo dejo, porque para mí el huerto es la vida…».

En Vitoria, Uxue solicitó una pequeña parcela de las que el ayuntamiento pone a disposición de los ciudadanos para cultivarla con criterios de agricultura ecológica y sea para autoconsumo. “me pidieron hacer un cursillo, que hice encantada”, comenta. “Para mí es una actividad muy gratificante de contacto con la tierra, además de una fuente de alimentación sana y ecológica”. UxueHuertaUrarteUxue ha trabajado en una fundación cuya misión es la de contribuir a una nueva cultura alimentaria, empezando por los centros educativos, y ha adquirido mucha experiencia en estos ámbitos.
«Los centros que están introduciendo huertos escolares se están dando cuenta de que junto con la nueva responsabilidad que entraña la experiencia, es enorme la motivación e interés que se despierta en el alumnado. Es una lástima que haya colegios que tengan todo su suelo asfaltado y no sea posible hacer un huerto escolar. Pero todo llegará» –comenta convencida.

Algunos comedores escolares ya han dado el salto a la alimentación ecológica, como los del C.E.P. Serantes(Santurtzi. Bizkaia), el colegio público Gómez Moreno (Granada) o el colegio público Virgen de los Desamparados de Oliva (Valencia). Los procesos de cambio no han sido, por lo general, fáciles y han debido contar con la participación de toda la comunidad educativa (dirección, profesorado, padres, proveedores). En algunos casos, el paso a la alimentación ecológica ha supuesto renunciar a subvenciones públicas condicionadas al suministro por parte de grandes empresas de hostelería. Pero los resultados finales están a la vista: una dieta más sana para los alumnos y más respetuosa con el medio ambiente y con otras sociedades.

ConsumoCuidadoMás allá del ámbito escolar, Consumocuidado fue la primera tienda de productos ecológicos de Granada. Teresa e Inés, sus fundadoras, nos cuentan que, más que una tienda, es un punto de encuentro entre productores y consumidores que creen que otro mundo y otro consumo es posible, desarrollando actividades de sensibilización y difusión de los criterios del consumo responsable: charlas, degustaciones, etc. Con sus maridos, Pepe y Jesús, y sus hijos ponen en práctica una forma de vida sostenible no solo en alimentación sino también en la climatización de su casa, transporte y participación en actividades solidarias. «Es un privilegio poder vivir de acuerdo con nuestros valores», nos dicen.

Aurora Franco 04Aurora vive en Sevilla, es consumidora de productos ecológicos, realiza sus compras en centros alternativos y raramente acude a los comercios convencionales. Es socia de La Ortiga, una Cooperativa de Consumidores y Productores Ecológicos con más de 500 socios y dos centros de distribución. Aurora comenzó a contactar con La Ortiga en 1994, un año después de comenzar su andadura. Desde un principio fue implicándose en tareas de voluntariado y posteriormente pasó a formar parte de la Junta Directiva. «Desde un principio me pareció un proyecto ambiental, social y económico interesantísimo al que quería apoyar –explica entusiasmada–. La Ortiga Cata tomatesLa Ortiga no es una simple tienda de productos ecológicos donde puedes comprar productos más sanos y mejores para el medio ambiente; es un colectivo de consumidores preocupados por crear un nuevo modelo de economía y unos hábitos de consumo responsables con el medio ambiente y con el entorno social.»

Com. Auxiliadoras ValladolidJunto a las cooperativas de consumidores, que se están consolidando, están surgiendo multitud de grupos de consumo que, con muy poca estructura, se organizan para el consumo colaborativo, normalmente de productos ecológicos procedentes directamente de los productores. En Valladolid, la comunidad de religiosas auxiliadoras (GemaLolaAraceli y María Luisa) lleva tiempo comprando alimentos frescos y ecológicos en La Cesta Verde, un grupo de consumo local en el que participan muchos vecinos. «Conocemos a las jóvenes que lo llevan; tienen el local cerca y se han ganado nuestra confianza –explican–. Para nosotras es algo más que comer sano, es apoyar un proyecto que vemos importante y necesario». Compra_cesta_verdeNo es el único gesto de alimentación saludable y sostenible. Desde hace tiempo hacen yogures en casa a partir de la bacteria lactobacillus bulgaricus, que les pasó una amiga y que no precisa de yogurtera. «Lo tiene todo: fácil de hacer, sano, barato y sin generar residuos de envases. Bueno para nosotras y bueno para el medio ambiente. A todo el que pasa por casa se lo ofrecemos, para que siga multiplicándose».

Ciertamente, aprender a alimentarse de forma saludable, sostenible y solidaria lleva tiempo. Por eso es bueno aprovechar todas las oportunidades. También en Valladolid vive Mirentxu, quien el año pasado se apuntó a un curso de “Alimentación consciente y responsable”, que durante cuatro fines de semana, entre septiembre de 2012 y enero de 2013, ha impartido el Dr. Gustavo de Teresa en el colegio de La Enseñanza de Valladolid. «¡Ni de lejos me imaginaba que iba a aprender tanto!», dice con emoción. «Realmente es toda una ciencia ¡y una conciencia!» Y es buena señal que cada vez sean más las personas interesadas en aprender a alimentarse de otra manera. Como todo, lleva tiempo, pero poco a poco vamos así dando pasos hacia otra forma de vida más plenificante para nosotros, para todos y para la Creación entera.


¡Gracias, Señor! Por tantas personas que están poniendo en práctica otra forma de vida posible.

Gracias también por todas las oportunidades que nos brindas de ir transformando el mundo
mediante la pequeñez de nuestros gestos y hábitos cotidianos.

Gracias porque, aunque no veamos que el mundo cambia, al menos nosotros estamos cambiando.

 

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