LA ALEGRÍA DE VIVIR

Este pasaje del evangelio de las bodas de Caná que nos resulta tan conocido, nos ofrece diversos aspectos sobre los que reflexionar.

En primer lugar contemplamos a un Jesús cercano, que quiere compartir todos los momentos de la vida humana, que está disfrutando de la fiesta de la boda, de estar con sus amigos y con su familia. Verlo en la fiesta junto a su familia y a sus amigos es una llamada a hacer nosotros lo mismo.

A menudo andamos agobiados por los quehaceres diarios y descuidamos lo más importante: dedicar tiempo a nuestros seres queridos, disfrutar de las pequeñas o grandes cosas de la vida, cuidar a los amigos, alegrarnos y compartir las alegrías con los demás.

En 2º lugar en la boda de Caná el vino está presente. Vino que simboliza la alegría, la armonía, el entusiasmo, la unidad.

A veces a nuestra vida le falta fuerza, ilusión, entusiasmo, intensidad, calidad, llenándola de amargura, de quejas, de malestar, y amargamos la vida de los demás con nuestras palabras, nuestras acciones, nuestras actitudes. Necesitamos que Jesús saque lo mejor de nosotros, que nos haga vivir con entusiasmo y alegría, disfrutando de todo, incluso de las cosas pequeñas, y contagiando la alegría a los demás.

En 3º lugar el milagro de la boda se produce por intercesión de María. Quizá la tenemos poco en cuenta en nuestra vida cristiana. Quizá deberíamos procurar que María recuperara el lugar que le corresponde en nuestra relación con Dios, que su intercesión nos ayudara a descubrir al Jesús cercano.