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LA MESA DE LA CARIDAD

LA MESA DE LA CARIDAD
Con motivo de la solemnidad del Corpus Christi

Guadix, 4 de junio de 2015

La solemnidad del Corpus Christi es, cada año, la oportunidad que nos ofrece el Señor de detenernos ante el misterio de la Eucaristía, que es signo de la presencia y del amor que Dios tiene a los hombres. Es un momento para pensar, más aun, para contemplar lo que significa esto que algunos celebramos cada día, otros el domingo, y muchos otros ni siquiera lo celebran. Es una oportunidad para todos, incluso para los que no creen, pero sí conocen y valoran lo que es el verdadero amor, el amor que se entrega hasta las últimas consecuencias.

La Eucaristía es el sacramento de la presencia del Señor en medio de la Iglesia y del mundo. Como leemos en el evangelio de san Juan: Jesús, “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Efectivamente, porque no hay amor más grande que entregar la vida. Y el gesto tan sencillo realizado por Jesús en la última cena con el pan y el vino, se convierte en anuncio de su muerte y resurrección, y para nosotros en sacramento de una ofrenda que se renueva cada día. En la Misa somos testigos y participes de la entrega del Hijo de Dios por cada uno de nosotros. Es grande, ¿verdad?

De la mesa de la Eucaristía nace la caridad. La caridad de Dios para nosotros, que alimenta nuestra caridad para con los demás. Sin Eucaristía no habrá caridad cristiana. Por eso, al estilo de Jesús, ser caritativo no es dar cosas, sino darse a sí mismo. Ir a Misa los domingos no es sólo una obligación moral, sino, principalmente, la necesidad de estar con el Señor, para llenarme de Él, y dejar que me vaya transformado en Él. Podemos decir en este caso que somos lo que celebramos. En la Eucaristía el Señor nos hace como Él, nos identifica con Él. ¿Por qué tengo que ir a Misa? Sencillamente, porque tienes que vivir, y vivir es ser para los demás.

Os invito, querido hermanos y hermanas, a celebrar la Eucaristía cada domingo. Dejad otras ocupaciones, incluso el legítimo derecho al descanso. En la Misa no habéis de hacer muchas cosas; se trata de estar y abrir todos los sentidos y el corazón para contemplar la presencia de un Dios que nos ama. Basta con que nos dejemos hacer por el Señor, esa es nuestra participación fructuosa; y seguro que, sin darnos cuenta, el Señor irá cambiando nuestro corazón, y nos hará hombres y mujeres de fe, de esperanza, con el corazón lleno de paz, con alegría. Nos acercará a los demás, a los que ya veremos como hermanos. La participación en la Eucaristía nos dará un corazón compasivo.

Vivimos en un mundo tocado por la indiferencia; muchas veces descubrimos que el otro no nos importa tanto como decimos; que buscamos nuestra seguridad y bienestar, sin permitir que nada ni nadie nos moleste. “La clave para salir de la indiferencia está en entregarse a los demás como lo hace Jesús. Él sigue partiendo su Cuerpo y derramando su Sangre en la Eucaristía para que nadie pase hambre ni tenga sed” (Comisión Episcopal de Pastoral Social. Mensaje con motivo de la festividad del Corpus Christi).

Que la fiesta del Corpus Christi sea la oportunidad de acercarnos al Dios en el misterio de la Eucaristía, y a los hermanos. Que la mesa de la Eucaristía, la mesa del Señor, sea de verdad la mesa de la caridad para todos.

Que María, la Virgen, nos acompañe y bendiga siempre nuestro camino de fe.

Con mi afecto y bendición.

+ Ginés, Obispo de Guadix

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