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MARÍA MEDIADORA Y DISPENSADORA UNIVERSAL DE LAS GRACIAS

Virgen de Gracia coronada
MARÍA MEDIADORA Y DISPENSADORA UNIVERSAL DE LAS GRACIAS

Dada la vinculación esencial de la mediación de María a la mediación de Cristo, sin la cual la mediación de María no tiene sentido, hay que aclarar que la mediación de Cristo es universal, primera y principal , es decir, entre Dios y los hombres no hay más que un único mediador Jesucristo, 1 Tim 2, 5, y la mediación de María es universal y secundaria por vía de participación por las razones anteriormente citadas en el apartado de la maternidad espiritual.

La Virgen María en cuanto «dispensadora» universal de las gracias es una consecuencia lógica de su cooperación en la obra de la redención, y de su maternidad espiritual sobre todos los redimidos. Según las enseñanzas de la mayoría de los teólogos, siguiendo las directrices de la magisterio ordinario de la Iglesia, la Virgen María coopera dependientemente de Cristo en la distribución de todas y cada una de las gracias que Dios concede a todos y cada uno de los hombres (cristianos o paganos), de suerte que se la puede llamar con toda propiedad y exactitud «dispensadora universal» de todas las gracias que Dios concede a la humanidad entera.

Así en Lumen gentium, el Concilio Vaticano II enseña:

«Y esta maternidad de María perdura si cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez asunta a los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Por su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.

La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado, lo experimenta continuamente y lo recomienda al amor de los fieles, para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador, (nº 62).

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