Guión Domingo XXXII – Tiempo ordinario

Guión Domingo XXXII – Tiempo ordinario

PREPARACIÓN:

Antes de la salida del celebrante

Hermanos, celebramos el domingo trigésimo segundo durante el año, y lo hacemos reuniéndonos alrededor de la mesa del Señor, en esta Eucaristía en la que Cristo se nos ofrenda totalmente, renovando y haciendo actual su entrega en la Cruz, y por la que nosotros también queremos entregarnos totalmente a Dios y a los hermanos.

AMBIENTACIÓN:

Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial

El Señor nos exhorta a confiar plenamente en su providencia paternal, ofreciéndole nuestras propias vidas y entregándonos generosamente a nuestros hermanos; generosidad que debe estar animada por la fe que va más allá de todo cálculo.

Nos pide nuestra disponibilidad para desprendernos incluso de nuestros bienes, si fuera necesario para salvar a los demás, reconociendo que todo es de Dios y que debemos devolverlo a Él, en el servicio de la Iglesia y de los pobres.

1ª. LECTURA: (1 Re 17, 8-16)

Este relato del Antiguo Testamento es muy significativo: nos pone de relieve la disponibilidad de una pobre mujer que acoge al enviado de Dios, y la omnipotencia del Señor que no la deja sin recompensa.

SALMO RESP.: (145, 6c-10)
R. ¡Alaba al Señor, alma mía!

2ª. LECTURA: (He 9, 24-28)
Pablo nos presenta a Jesucristo como el Salvador que, muriendo por todos nosotros, nos ha dado la vida para siempre.

EVANGELIO: (Mc 12, 38-44)

Escuchemos, en el Santo Evangelio, el elogio de Jesús a una pobre viuda, que dio no lo que le sobraba, sino lo único que tenía para vivir.

ORACIÓN DE LOS FIELES:

CELEBRANTE:
Queremos que nuestro mundo avance más y mejor hacia el Reino de Dios. Por eso hermanos, invoquemos confiadamente, la luz y la fuerza del Señor, elevándole nuestra esperanza y anhelos.

GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:

«SEÑOR, ESCÚCHANOS Y DANOS GENEROSIDAD»

v Por la Santa Iglesia y el Santo Padre Benedicto XVI, para que su misión de Siervo de los siervos de Dios, sea nuestro permanente ejemplo de caridad fraterna, oremos…

v Por nuestro Obispo y nuestros sacerdotes, para que ejerciendo con alegría y entrega el ministerio que tú les has encomendado, nos guíen en la construcción de una comunidad diocesana que asuma su compromiso de amor con los más pobres, oremos…

v Por nuestra patria, para que nuestros gobernantes y legisladores, reconociéndote como único Dios y Señor y subordinando todo a ti, legislen en favor del bien común y de acuerdo al orden natural y a la ley divina, oremos…

v Por todos los que sufren, en su cuerpo o en su espíritu, para que en Jesús encuentren la fortaleza, y en nosotros los verdaderos hermanos que ponen en obras la fe que manifiestan ,oremos…

v Por toda nuestra comunidad, para que, a ejemplo de Cristo, te ofrezcamos nuestras vidas, y estemos dispuestos a dar a los demás, algo de nosotros mismos, a gastar y desgastar la propia vida en servicio de nuestros hermanos, oremos…

CELEBRANTE:

Padre de bondad, que eres el Señor de la historia, atiende nuestras plegarias y anhelos y danos más generosidad y más esperanza para la vida. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:

Que nuestra ofrenda de hoy se manifieste en saber dar, por nuestra Iglesia y por nuestro hermano, no lo que nos sobra, sino lo que realmente significa para nosotros un sacrificio.

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

DIÁLOGO DEL PREFACIO:

Al iniciarse el Prefacio (antes de «El Señor esté con vosotros»)

Con fe y alegría elevemos nuestra acción de gracias al Padre, que ha querido acoger nuestra debilidad y pobreza para convertirla en vida, en libertad y en amor.

COMUNIÓN:

Jesús elogió a aquella pobre viuda, porque fue la única capaz de dar realmente todo lo que tenía. Participando del Cuerpo de Cristo, recibiremos el estímulo que nos anime a entregarnos sin miedo, al servicio de Dios y de nuestros hermanos.

DESPEDIDA:

Comencemos nuestra semana pidiendo: danos Señor la actitud de la viuda pobre, la de la grandeza de corazón, ser capaces de desprendernos de todo, de sabernos dar nosotros mismos como tu Hijo lo hizo por todos los hombres.