De la epidemia de ébola a la epidemia de ébolo

De la epidemia de ébola a la epidemia de ébolo
¡Alerta sanitaria!
JEAN DE DIEU TAGNE, sch.p. sacerdote, tagnejeandedieu@yahoo.fr
KINSHASA (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DE El CONGO).

ECLESALIA, 04/03/15.- ¿Qué es Ébolo? Me preguntarán ustedes. Pues bien, la respuesta es sencilla. Es el marido de la otra. Ustedes hablan de paridad, equilibrio de género, ¿no? Pues ¡ya está! Ébolo es la versión masculina, viril de Ébola y al mismo tiempo es su marido legítimo y fiel. Ébolo y Ébola son una pareja de virus unidos para mal y para lo peor, no hay nada bueno en ellos. Y además tienen una hija a la que han llamado la encantadora Miseria. Es fea como la muerte y sin embargo abraza a todas las víctimas de sus padres.
Ébolo y Ébola funcionan exactamente de la misma forma y tienen un poder disuasorio más o menos igual. Algunos analistas sostienen sin embargo que Ébolo es más severo que Ébola. La razón, según ellos, es muy sencilla: Ébolo es elitista en primer grado. Se interesa sobre todo en la clase dirigente. Sólo en el momento en que esta clase está bien carcomida es cuando las consecuencias de su putrefacción crean víctimas colaterales en la clase media y el resto de la población. En general, cuando de lo que se trata es de hacer sufrir a la plebe, al común de los mortales, Ébolo confía el trabajo sucio a su bien amada hija, la Miseria. Hay como una especie de subcontratación familiar, un poco al igual que en los mercados públicos ¿no? Por supuesto, porque a veces, allí por donde Ébolo pasa, Ébola puede pasar también, pero no siempre, todo depende de lo que está en juego y de los intereses de la familia.
El mayor problema con Ébolo es que sus víctimas no se dan cuenta de su enfermedad hasta que resulta ya demasiado tarde. Este virus entra en contacto directamente con el sistema nervioso central y afecta a los núcleos grises centrales en la zona del tálamo y del striatum. Las neuronas son inmediatamente infectadas, lo que ocasiona a nivel del complejo sináptico una amalgama de datos contradictorios que se expanden por todas las áreas corticales cerebrales. Esto crea en el paciente la ilusión de una lucidez intelectual que se manifiesta en un esfuerzo de justificación de los abusos, de codificación y validación de lo arbitrario, de relativización de daños, etc. Se ha notado en algunos pacientes una actitud suicida, al preferir la aniquilación total a cualquier forma de compromiso y consenso.
Los investigadores no son unánimes sobre la génesis del virus. Mientras que algunos afirman que el virus sería la consecuencia de una mutación genética que afectaría indiscriminadamente a víctimas inocentes; otros sostienen que el Ébolo es un producto de laboratorio, un arma biológica que apunta al control de la población y el goce egoístamente organizado de los bienes del suelo y del subsuelo. Los partidarios de esta tesis arguyen que las formas más perversas de Ébolo proceden de una mezcla mal dosificada de apetito de poder, de voluntad de dominio, de ilusión de eternidad alimentados por un egocentrismo a ultranza y un deseo ilimitado de placer solitario. El sujeto que los alcanza, afirman los investigadores, segrega una toxina que produce en los miembros de su círculo reacciones neurálgicas que van de la ingenuidad insolente, a pesar del embalaje de títulos académicos, a la divinización del paciente pasando por la adulación y otros trastornos del comportamiento como la diabolización del adversario y la hipersensibilidad a todas las críticas al sistema. […] sigue en eclesalia.net