El “milagro” de Malta

La Voz Del Papa
Emilio Palafox Marqués
Periódico Am Querétaro, 23/Mayo/2010

¿Será el reciente viaje de Benedicto XVI a Fátima, en Portugal un “milagro” semejante al de su viaje a Malta? Y el viaje de septiembre a Reino Unido, en el que beatificará al cardenal Newman, después de ser recibido oficialmente por la casa real, ¿será igualmente un “milagro”? ¿Será éste el “milagro” de Inglaterra?

¿A qué milagros me refiero? Se ha publicado la entrevista que ha concedido a “L’Osservatore Romano”, diario de la Santa Sede, monseñor Alfred Xuereb, de nacionalidad maltesa y de la secretaría particular del Santo Padre, en la que se reflejan algunos de los muchos frutos de la visita apostólica que Benedicto XVI realizó del 17 al 18 de abril a la isla de Malta. A esos frutos se les viene llamando, con toda razón, el “milagro” de Malta. Y es razonable esperar -con lógica de la fe- que esos “milagros” se sigan dando en los sucesivos viajes apostólicos, Portugal, Inglaterra.

Y es que Benedicto XVI cautiva porque la verdad cautiva. Es precisamente el cardenal Newman -el que está en la recta hacia la canonización, alcanzada ya la beatificación- quien expresa con enorme claridad que la verdad cautiva por su misma naturaleza ejerciendo una suave coacción sobre la inteligencia.

Ocurre así con la palabra y los escritos del Papa Benedicto XVI. Tal vez sea por esto mismo que ciertas mentalidades laicistas y fundamentalistas -que se mueven al margen de verdad imponiendo “sus propias verdades”- se están oponiendo a la persona y a las enseñanzas de Benedicto XVI.

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En la audiencia general del miércoles 21 de abril, el Papa comparó la acogida recibida en Malta con la experimentada 1950 años antes por san Pablo después del naufragio. Monseñor Xuereb lo explica: La calurosa hospitalidad que san Pablo recibió de los habitantes de la isla está documentada por el capítulo 28 de los Hechos de los Apóstoles. En los primeros dos versículos se narra que, una vez a salvo, Pablo y los suyos se enteraron que la isla se llamaba Malta y que sus habitantes trataron a los recién llegados con gran humanidad. Esta bellísima expresión es muy querida por los malteses. Sabemos que Pablo había hecho junto a Lucas muchísimos viajes, durante los cuales habían experimentado varias veces la acogida de las poblaciones visitadas. Pero en Malta debe haber sido de tal modo especial que los impulsó a dejar por escrito un testimonio de aquella experiencia.

Por lo que he podido constatar personalmente, dice Monseñor Xuereb, se puede afirmar que una cordialidad similar se ha reservado al Romano Pontífice: comenzando por las palabras de bienvenida que le dirigió el Presidente de la República, el señor George Abela, hasta el canto de los cinco mil niños que en la plaza frente al palacio presidencial en La Valeta le han deseado un feliz cumpleaños en Maltes, en inglés y en alemán.

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El Papa habló varias veces en privado de este bello encuentro con la población de Malta: de la multitud entusiasta que lo hizo feliz, sorprendiéndolo con tanta cordialidad. Yo tenía confianza en el éxito del viaje porque conocía el gran esfuerzo organizativo que hubo tanto aquí, en el Vaticano, como en Malta, por parte de la Iglesia y del Gobierno. Personalmente debo admitir, sin embargo, que estaba temeroso de que los ataques mediáticos lanzados injustamente contra la persona del Papa pudieran, de algún modo, oscurecer su mensaje. Viviendo en una era tecnológica, mi preocupación era también que la población maltesa prefiriera la comodidad de la casa y seguir los acontecimientos por televisión, en lugar de salir a las calles para recibirlo. En cambio, desde este punto de vista, el viaje fue un gran éxito porque se ha dado la reacción contraria.

Al volver al Vaticano -asegura Monseñor Xuereb- he sido inundado con emáil, sms, y llamadas telefónicas, de gente que ha quedado particularmente impresionada por las expresiones dulces y paternas de Benedicto XVI.