El Papa visita las Fosas Ardeatinas: «Lo que ocurrió aquí es una ofensa gravísima a Dios»



28 de marzo, 2011. Benedicto XVI visitó las Fosas Ardeatinas de Roma donde el ejército alemán fusiló en 1944 a 335 civiles italianos. Entre ellos había 75 judíos. El Rabino Jefe de Roma, Riccardo Di Segni le acompañó en el acto de recuerdo de las víctimas.

Hitler había ordenado que mataran diez italianos por cada alemán asesinado por los partisanos italianos.

Benedicto XVI calificó este hecho como una «ofensa gravísima a Dios».

Benedicto XVI
«Lo que ocurrió aquí el 24 de marzo de 1944 fue una ofensa gravísima a Dios porque es violencia deliberada del hombre contra el hombre».

El Papa depositó flores ante el monumento que recuerda esta masacre y recordó unas palabras escritas por un prisionero en una de las celdas.

Benedicto XVI
«‘Creo en Dios y en Italia’. Esta expresión me ha impresionado ya que este año se celebra el 150 aniversario de la unidad de Italia, pero sobre todo porque afirma la primacía de la fe, de la que proviene la confianza y la esperanza para Italia y para su futuro».

El Papa aseguró que esta frase demuestra que el «espíritu humano es siempre libre, aún en las condiciones más duras».

En las Fosas Ardeatinas judíos y cristianos rezan juntos por las víctimas de la barbarie nazi. Por eso, Benedicto XVI y el Rabino Jefe de Roma rezaron ante las tumbas.

Benedicto XVI
«En este lugar, doloroso memorial del mal más horrendo, la respuesta más verdadera es la de tomarse de la mano, como hermanos y decir: Padre nuestro, nosotros creemos en Ti y con la fuerza de tu amor queremos caminar juntos, en paz en Roma, en Italia, en Europa y en el mundo entero».

El Papa firmó el libro de visitas con un salmo en latín: «Ningún mal temeré, pues Tú estás junto a mí».

Benedicto XVI es el tercer Papa que visita las Fosas Ardeatinas. Pablo VI estuvo en 1965 y Juan Pablo II en 1982.
EL SANTO PADRE VISITA LAS FOSAS ARDEATINAS
CIUDAD DEL VATICANO, 27 MAR 2011 (VIS).-Benedicto XVI visitó este domingo las Fosas Ardeatinas de Roma para recordar a las 335 víctimas fusiladas por las SS hitlerianas en 1944, en represalia por un atentado contra 33 soldados alemanes de la resistencia italiana.

Invitado por la Asociación Nacional de las Familias Italianas de los Mártires caídos por la libertad de la Patria, el Papa fue acompañado por el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, y por el cardenal Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, cuyo padre fue asesinado en esa masacre.

El Santo Padre depositó unas rosas rojas frente al monumento a las víctimas y se recogió en oración. Posteriormente, el rabino jefe de Roma rezó en hebreo el Salmo 129 y el Papa, en italiano, el Salmo 123 y una oración por los difuntos.

Al salir del Mausoleo, Benedicto XVI firmó en el Libro de Oro, y antes de regresar al Vaticano dirigió un saludo a los familiares de las víctimas y a todos los presentes.

«Lo que aquí sucedió el 24 de marzo de 1944 es una ofensa gravísima a Dios, porque se trata de la violencia deliberada del hombre contra el hombre. Es el efecto más execrable de la guerra, de toda guerra, mientras que Dios es vida, paz, comunión», dijo el pontífice.

«Como mis predecesores –Pablo VI y Juan Pablo II- he venido aquí a rezar y a renovar la memoria. He venido a invocar la divina Misericordia, la única que puede colmar los vacíos, las vorágines abiertas por los hombres cuando, empujados por la ciega violencia, reniegan su dignidad de hijos de Dios y de hermanos»

«Sí, en todo lugar, en todo continente, sea cual sea el pueblo al que pertenezca, el hombre es hijo de ese Padre que está en los Cielos, es hermano de todos en humanidad. Pero ser hijo y hermano no es algo que se puede dar por supuesto. Lo demuestran por desgracia también las Fosas Ardeatinas. Hay que quererlo, hay que decir que sí al bien y no al mal. Es necesario creer en el Dios del amor y de la vida, y rechazar cualquier otra falsa imagen divina, que traiciona su santo Nombre y traiciona por consiguiente al hombre, hecho a su imagen».

«Por este motivo, en este lugar, memorial doloroso del mal más horrendo –concluyó-, la respuesta más verdadera es la de darse la mano, como hermanos, y decir: Padre nuestro, creemos en ti, y con la fuerza de tu amor queremos caminar juntos, en paz, en Roma, en Italia, en Europa, en todo el mundo».