El salmo 22 ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? en el Día Mundial de la Poesía

SALMO 22

Por la recopilación José Ángel Crespo Flor

¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?

¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Te queda lejos mi clamor, el rugido de mis palabras.

Dios mío, te llamo de día y no respondes,
de noche, y no me doy tregua;

aunque tu habitas en el santuario,
alabanza de Israel.

En ti confiaban nuestros padres,
confiaban y los ponías a salvo;

a ti gritaban y quedaban libres,
en ti confiaban y no los defraudabas.

Pero yo soy un gusano, no un hombre:
afrenta de la gente, despreciado del pueblo;

al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:

«Acudio al Señor, que lo ponga a salvo,
que lo libre si tanto lo quiere».

Fuiste tú quien me extrajo del vientre,
me tenías confiado a los pechos de mi madre;

desde el seno me arrojaron a ti,
desde el vientre materno tú eres mi Dios.

No te quedes lejos, que el peligro está cerca
y nadie me socorre.

Me acorrala un tropel de novillos,
toros de Basán me cercan;

abren contra mi las fauces:
un león que descuartiza y ruge.

Me derramo como agua,
se me descoyuntan los huesos;
mi corazón como cera,
se derrite en mis entrañas;

seca como una teja mi garganta,
la lengua pegada al paladar.
Me aplastas contra el polvo de la muerte.

Me acorralan mastines,
me cerca una banda de malhechores.
Me cavan manos y pies,

y puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes.

se reparten mis vestidos
se sortean mi túnica.

Pues tú, Señor, no te quedes lejos,
fuerza mía, apresúrate a socorrerme;

libra mi vida de la espada,
la única, de la garra del mastín;

sálvame de las fauces del león,
de los cuernos de búfalos a este desgraciado.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en plena asamblea te alabaré:

«Fieles del Señor, alabadlo,
Linaje de Jacob, glorificadlo,
reverenciadlo, linaje de Israel.

Porque no ha despreciado ni le ha repugnado
la desgracia de un desgraciado,
no le ha escondido el rostro;
cuando pidió auxilio, le escuchó».

Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea::
cumpliré mis votos delante de sus fieles.

Comerán los desvalidos hasta saciarse
y alabarán al señor los que lo buscan:
¡no perdáis nunca el ánimo!

Lo recordarán y se volverán hacia el señor
todos los confines de la tierra,
se postrarán en su presencia
las familias de los pueblos;
porque el Señor es Rey,
érl gobierna a los pueblos.

Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
en su presencia se encorvarán los que bajan al polvo.
Mi vida se la conservará.

MI descendencia le servirá
y contará quién es;

a la generación venidera le anunciará su justicia
al pueblo que ha de nacer, que él actuó.