Guión ACTO PENITENCIAL | Semana Santa

ACTO PENITENCIAL

CANTO DE ENTRADA

Libertador de Nazaret, ven junto a mí, ven junto a mí.

Libertador de Nazaret, ¿qué puedo hacer sin Ti?
Yo sé que eres camino, que eres la Vida y la Verdad.

Yo sé que el que te sigue sabe a dónde va.
Quiero vivir tu vida, seguir tus huellas, tener tu luz.

Quiero beber tu cáliz, quiero llevar tu cruz.
Libertador de Nazaret

Oración inicial

Señor, Tú siempre nos perdonas y haces una fiesta en el Cielo cada vez que reconocemos que a veces no siempre hacemos el bien. Nos cuesta reconocer nuestros fallos delante de Ti.

Hoy te pedimos el perdón por el mal que hayamos podido hacer a los que tenemos próximos y te damos gracias, Señor, por perdonarnos

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas: (15,1-3.11- 32)

«Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: «Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.» Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.

Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos.

Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!

Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.» Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.

El hijo le dijo: «Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.» Pero el padre dijo a sus siervos: «Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.

Traed el novillo cebado, matadlo y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado, estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.

NUESTRO DIOS, EL PADRE BUENO

En la parábola del “hijo pródigo”, que más bien podríamos llamar del “padre bueno”, Jesús nos presenta a Dios como un padre increíblemente bueno, un padre que respeta las decisiones de sus hijos, que no impone su autoridad, un padre que ve con tristeza cuando un hijo se aleja de él, pero que aún así nunca se olvida de él, un padre que no necesita explicaciones para acogernos cuando nos volvemos a Él.

Jesús nos revela a un Dios Padre amoroso que siempre está esperando el regreso de sus hijos para acogerlos y ofrecerles su perdón gratuito e incondicional.

PERDÓN, SEÑOR

-Perdón, Señor, porque algunas veces somos egoístas, insolidarios, intolerantes.
Perdón, Señor, perdón

-Perdón, Señor, porque a veces somos orgullosos y menospreciamos a los demás.
Perdón, Señor, perdón

-Perdón, Señor, por nuestros individualismos y por no descubrirte en el pobre.
Perdón, Señor, perdón

SERVIR

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquiven, acéptalo tú. Sé tú el que apartó del camino la piedra, el odio de los corazones y las dificultades del problema.

Hay la alegría de ser sano y justo, pero hay, sobre todo, la inmensa alegría de servir.
Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho.

Si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender. No caigas en el error de que sólo se hacen méritos con los grandes trabajos.

Hay pequeños servicios: poner una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña. El servir no es una faena de seres inferiores, Dios, que es el fruto y la luz, sirve. Y me pregunta cada día: ¿Serviste hoy?

CANTO

PADRE NUESTRO

Padre nuestro Tú que estás en los que aman la verdad,
has que el reino que por Ti se dio llegue pronto a nuestro corazón,
que el amor, que tu hijo, nos dejó, ese amor… habite en nosotros.

En el pan de la unidad, Cristo danos Tú la paz y olvídate de nuestro mal,
si olvidamos el de los demás, no permitas, que caigamos en tentación… oh señor…
y ten piedad…del mundo.

ORACIÓN FINAL

Señor, me pongo en tus manos. Ilumina mi vida con la luz de Jesús que no vino a ser servido, sino a servir.

Que mi vida sea como la de Él: servir, grano de trigo que muere en el surco del mundo. Dame tu Espíritu y tu fuerza para vivir como Cristo Jesús quiere para los que quieran seguirle. Amén