Guión para la eucaristía del Domingo del Tiempo ordinario – 9 de Junio

DOMINGO 9 DE JUNIO DE 2013

DOMINGO 10º DURANTE EL AÑO

PREPARACIÓN: 

Antes de la salida del celebrante

 

Después del tiempo pascual, reemprendemos hoy el camino normal de los domingos del tiempo ordinario. Y cuando celebramos el domingo, celebramos aquello que está en el centro de nuestra fe: la presencia entre nosotros, entre la Iglesia, de Jesús Resucitado. Y en estos domingos centraremos de una manera especial nuestra atención, en la lectura del Evangelio de san Lucas, que nos irá presentando, de una manera ordenada, los principales hechos de la vida de Jesús.

AMBIENTACIÓN: Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
Hoy el Señor nos presenta a Jesús como el profeta que ha triunfado sobre la muerte y otorga la vida: es el Mesías esperado. Este signo nos muestra claramente que el cristianismo es una religión de vida. Es por esto que el mundo tiene que ver en cada uno de nosotros, un testigo de la vida, de una vida constantemente animada por Jesucristo.
1ª. LECTURA:  (1 Re 17, 17-24)      (texto)
El profeta Elías realiza un milagro con el hijo de una viuda, que es ya un anticipo de lo que escucharemos hoy en el Evangelio.
SALMO RESP.:     (29, 2. 4-6. 11-12a. 13b)    (texto)
                    R.   Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste.              
2ª. LECTURA:    (Ga 1, 11-19)   (texto)
Pablo nos manifiesta que él ha sido llamado como todos los profetas: también aquí nos encontramos ante el misterio de la elección de Dios, que elige sobrepasando nuestros humanos esquemas.
EVANGELIO:   (Lc 7, 11-17)      (texto)
En este relato del santo Evangelio, vemos el milagro de la resurrección del hijo de la viuda de Naím, que nos muestra ya a Jesús, dando vida.
ORACIÓN DE LOS FIELES: 

CELEBRANTE:

Elevemos nuestra súplica a nuestro Padre del Cielo, autor y dador de vida, y pongamos en sus manos estas intenciones en las que le pedimos por toda la familia humana.

 

GUÍA:  A cada una de las peticiones responderemos orando:

«POR CRISTO, VERDADERA VIDA, ESCÚCHANOS SEÑOR»

v Para que todos los que formamos la Santa Iglesia, vivamos en intimidad con Cristo, y cumpliendo siempre tu voluntad, recibamos permanentemente su gracia, oremos… 

v Por nuestro Obispo y todos los que cuidan de este pueblo tuyo, para que guiados por ellos podamos formar una Iglesia diocesana que viva permanentemente la fidelidad al mensaje de vida, oremos…

 

v Por nuestra Patria, para que seamos capaces de una verdadera conversión de nuestros corazones y así Dios vuelva a ser el fundamento de nuestra vida y de nuestra moral, oremos…

 

v Por todos los que sufren, para que el dolor y la necesidad de nuestros hermanos no nos sean indiferentes y tengamos siempre el gesto y la palabra oportuna frente a quien se siente explotado y deprimido, oremos…

 

v Por todos los cristianos, para que seamos siempre con nuestras vidas, verdaderos testigos del Evangelio de la vida, oremos…

 

CELEBRANTE:
Dios rico en misericordia, que con la muerte y resurrección de tu Hijo has derrotado a la misma muerte, concédenos la sabiduría y la fortaleza necesarias para que siempre acudamos a su ayuda para alcanzar así, la verdadera vida. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Junto a estos dones, que se convertirán en nuestro alimento para la vida eterna, pongamos nuestras propias vidas para que también sean consagradas como una ofrenda agradable a Dios.

 

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

DIÁLOGO DEL PREFACIO:Al iniciarse el Prefacio (antes de «El Señor esté con vosotros»)
Vamos a comenzar el momento central de nuestra celebración, elevando a nuestro Dios la gran plegaria de acción de gracias; elevemos todos juntos nuestros corazones y nuestras voces.
COMUNIÓN:
Jesús, en el Evangelio, se nos ha mostrado como el que verdadera-mente triunfa sobre la muerte; Él es el alimento que da la vida; y ahora nos invita a recibirlo en el sacramento para la vida eterna.
DESPEDIDA:
Concluimos nuestra celebración en la certeza que, aunque el hombre exterior que hay en cada uno de nosotros se encamine hacia su ruina, el hombre interior se renueva cada día por la íntima unión con Cristo: unidos verdaderamente a Él tendremos la verdadera vida.