Jóvenes familias presentaron más de 30 bebés a la Virgen de Torreciudad en su fiesta de agosto

Torreciudad (Huesca), 16.- El domingo posterior a la solemnidad de la Asunción de la Virgen se celebra la festividad de la Virgen de Torreciudad, en la que revive una de las tradiciones más entrañables de esta devoción mariana altoaragonesa: el pesaje y presentación de recién nacidos a Nuestra Señora. Y es que, desde que los vecinos de esta zona alzaron y custodiaron la ermita en honor a la Virgen e irradiaban su devoción por los alrededores, el protagonismo de las familias cristianas a lo largo de nueve siglos de historia ha caracterizado a Torreciudad desde su origen.

En esta ocasión acudieron a la cita familias procedentes de diversas regiones españolas: Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Pamplona, Valladolid, Igualada, Sant Cugat del Vallés… El Altoaragón estuvo muy bien representado con 5 bebés de Barbastro (incluyendo los gemelos Mar y Sixto) y otros 5 de localidades cercanas: Secastilla, Ubiergo, El Grado, Graus, y Peraltilla. En total 31 bebés, 19 niñas y 12 niños, cuya edad oscilaba entre las 3 semanas de vida de Alejo, de Barcelona, hasta los 12 meses de Micaela, de Madrid. Un bullicioso público formado por familiares, veraneantes de la zona y habitantes de las poblaciones próximas al santuario acompañaron a los padres en los distintos actos.
La jornada comenzó con una Eucaristía celebrada por el rector, D. Javier de Mora-Figueroa, y solemnizada por los cantos litúrgicos del trío Ruth Reparaz (soprano), Javier Pérez (clarinete) y Maite Aranzabal (organista). “Hoy es un día especialmente alegre”, dijo el rector al dar la bienvenida a las familias que llenaban la iglesia. En la homilía glosó unas palabras de San Josemaría sobre Torreciudad: “Ella es la torre que vigila la ciudad, que somos cada uno de nosotros. María protege a sus hijos y les da su fortaleza”, y recordó que el poeta Pemán también dejó escrito que Torreciudad “es una torre de amor”.
Fieles y devotos se encaminaron después en romería hacia la ermita por el sendero de los Dolores y Gozos de San José, trasladando la imagen peregrina de la Virgen sobre unas andas de madera, y llevando varios de ellos vistosos trajes regionales aragoneses. Al llegar tuvo lugar el tradicional Canto de los Gozos de la Virgen de Torreciudad y la ofrenda de las familias a Nuestra Señora. Bajo uno de los arcos del porche ya estaba preparada una antigua balanza forjada en hierro en la que son colocados los niños.
Los padres introducen a sus hijos dentro de un canasto de mimbre, colocado en uno de los brazos de la balanza, mientras en el otro igualan el peso de la criatura poniendo trigo y aceite, según la costumbre, o productos de sus lugares de origen, como optaron por hacer la gran mayoría: vino del Somontano y de La Rioja, aceite, frutos secos, melocotones, patatas y cebollas, dulces, paletas de jamón, chocolate, cava, arroz, queso… Lo que antes se destinaba como ayuda a la manutención del santero o la santera y su familia, en la actualidad se entrega a distintas entidades benéficas de los alrededores. Tras al pesaje de los bebés, el rector leyó la oración de ofrecimiento de los niños a la Virgen en solicitud de amparo y protección, y se entregó a los padres un recordatorio impreso con la fecha del ofrecimiento y una medalla de la Virgen de Torreciudad.
Para casi todas las familias fue su primera experiencia, pero hubo varias que eran veteranas en eso de pesar a sus bebés, sobre todo la familia Nocito Mora, de Madrid, que lo hacía por 6ª vez. La soprano barbastrense Ruth Reparaz y su marido, el clarinetista Javier Pérez, que intervinieron en la Misa, presentaron también a su hija Ruth de 3 meses.
Los actos concluyeron con otra antigua costumbre muy valorada por los asistentes: el reparto de “La Caridad”, raciones de torta y vino para celebrar la fiesta, que fueron acompañadas por varias jotas aragonesas entonadas por niños y abuelos.