La Iglesia en la nueva Democracia Mexicana

por Gonzalo Flores Castellanos

Un país paradójico entre el tratamiento de la religión por la clase política y la realidad religiosa de la sociedad

En los últimos procesos electorales se ha puesto especial atención a las declaraciones de los voceros, semanarios y jerarcas de la Iglesia Católica en lo que respecta a cualquier alusión que pueda contener un aspecto político. Esta intromisión como dicen algunos es un aspecto de la libertad religiosa que debe defenderse, no hablaré de las demás religiones (judaísmo, islamismo) porque no son tan significativas en nuestro país, ni tampoco de las denominaciones religiosas cristianas que a partir de los cismas han encontrado nichos importantes en nuestro país (adventistas, testigos de Jehová, mormones, etc) porque no soy expertos en sus doctrinas, pero si conozco la católica.


Dice el adagio que como “sólo se ama lo que se conoce, y cuanto más se conoce a Dios, más se le ama” es fundamental para el cristiano no quedarse en lo que tradicionalmente se sabe de la iglesia o de los sacramentos (el catecismo clásico que se aprende en la primera comunión), son pocos los católicos que van más allá de la doctrina y estudian o conocen la historia, los documentos y la filosofía de la religión en temas sociales.
La Iglesia Católica tiene una serie de escritos, derivados de las sagradas escrituras, pero también de la tradición de los estudiosos de la doctrina cristiana que han compilado alrededor del tiempo una doctrina social, esta es la que los católicos debieran conocer para tomar una postura frente a temas sociales determinantes, como la política, la pobreza, los derechos humanos, sistemas económicos, la familia, etc. Se puede consultar electrónicamente aquí
Hace apenas unos años 2006, se publicó el primer compendio de Doctrina Social Cristiana que se presentó en el Vaticano y se tradujo en todos los idiomas. El tema de la democracia es abordado desde múltiples perspectivas y puede aclarar muchas dudas a los escépticos en sus opiniones sobre la iglesia en esta forma de gobierno.
En el capitulo octavo, el rasgo más importante a resaltar es que la iglesia confirma la característica de “persona” al ser humano, capaz de elegir a través del don de la libertad. Es así como es un ser que participa activamente y manera fructuosa en las decisiones políticas, como se aprecia es un discurso del “deber ser” pero la doctrina busca que la democracia sea participativa mediante estructuras de las sociedad civil.
En nuestro país, somos muy raros, en cuanto a los temas comunes de la Iglesia y del Estado, después de la separación juarista del siglo XIX y a la educación pública reservada por los liberales, se fue dejando de lado la profesión pública de los cultos (la libertad religiosa fue aminorada) por considerarla ajena a los asuntos de la política nacional.
Algunos de los políticos mexicanos de la revolución por una intención clara, desearon eliminar de tajo el catolicismo de nuestro país, la persecución religiosa de 1926 que llegó a su fin con los llamados “arreglos de 1929” dieron una prueba dura de que México era un país católico y que se resistió a la prohibición de cultos, dicha época dio más de 25 mártires mexicanos.
Es un tema del hombre, el de la libertad de cultos y de creencias, por eso existe el “derecho a equivocarse”, donde soy capaz de escucharte y tratar de entenderte aunque no esté de acuerdo contigo, porque te respeto. Esta tolerancia religiosa, no existió por mucho tiempo en México, el ejemplo más claro está en la declaración del ex presidente Emilio Portes Gil, durante la celebración masónica del solsticio de Verano en 1929, a pregunta expresa de que si la lucha contra la iglesia había terminado “no, la lucha no ha terminado, la lucha es eterna, la lucha se inició hace veinte siglos”.
Cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y México, con Carlos Salinas en 1992, terminaba una época de franca oposición sin sentido, que llevaba lo más añejo del pensamiento pos revolucionario. Curioso, cuando el mayor número de católicos no militaban en el PAN, sino en el PRI.
Es un derecho total, el de la iglesia, a través de sus órganos difusores, dar mensajes relativos a los practicantes sobre la vida pública, porque tiene fundamentos teóricos para hacerlos y los sacerdotes, obispos o laicos que hacen dichas argumentaciones deben hacerlo a la luz de la doctrina social, no de propias ocurrencias.
En EE.UU, el Clero estadounidense siempre publica un documento en tiempo electoral donde saca a relucir los temas sociales en los que los cristianos deben manifestarse, es un derecho. Y sabe usted algo, nadie dice nada, porque saben que su derecho como de cualquier religión o asociación civil; pero en nuestro país, la relación entre la iglesia y el estado ha estado marcada por muchos acontecimiento trágicos y fuertes que quizá han quedado en la memoria de los actores políticos.
Como diría G. K. Chesterton, en el pasaje de la historia desde la Revolución Francesa hasta la Revolución Soviética, escribió: “Los hombres que empiezan a luchar contra la Iglesia por el bien de la libertad y de la humanidad terminan por abandonar la libertad y la humanidad, aunque sea sólo para seguir luchando contra la Iglesia”.
Se cree que la iglesia “maneja” a los fieles, esa no es una concepción cristiana, la persona elije el estilo de vida que le convence, el problema es que no lo conozca. Y en México, no se conoce el estilo de vida cristiano después de varias decenas de años, cuanto menos el estilo de vida democrático, en el que apenas comenzamos.
Al tiempo.
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Gonzalo Flores Castellanos