Lecturas diarias: 18 de Setiembre – Tú decides

Miércoles, 18 de setiembre de 2013
Semana 24ª durante el año
Feria – Verde
1 Timoteo 3, 14-16 / Lucas 7, 31-35
Salmo responsorial Sal 110, 1-6
R/. «¡Grandes son las obras del Señor!»

Santoral:
San José de Cupertino, Santa Ricarda,
San Juan Macías, Santo Domingo Doà Trach,
Beatos Carlos, Fidel y Jesús

Tú decides

Porque la vida está llena de decisiones…
Tú decides qué camino tomar,
qué deseas hacer o pensar…

Ante las miradas o comentarios, que te ofrecen los demás;
tú decides qué acoges o que has de rechazar; nadie más que tú
sabe lo que te puede hacer crecer o lo que te pueda afectar;
está en tus manos decidir si los demás te hacen reír o llorar…

Si alguien a quien amas, te falló o se equivocó…
tú decides si perdonas o dejas que se apodere de ti el rencor…
solo tú sabes si quieres la paz para tu alma,
o que se llene de resentimiento tu corazón…

Y si se te presentan problemas que puedan tener o no solución;
tú decides si angustiarte o tomar las cosas con serenidad;
recuerda que si algo se puede solucionar, no tienes porqué
afanarte, sólo buscarla y luchar; y si no la tiene, la vida sigue,
no hay porque desgastar nuestras fuerzas en algo
que de ahí no da para más…

Si caes en tu caminar, tú decides levantarte y continuar;
o quedarte allí lamentándote y esperando a que otros
te mimen, se compadezcan y dejar tu meta escapar…
recuerda que caer no es fracasar; el dolor no deforma
sino que transforma, lo que no te mata te fortalece,
y se saborea más el triunfo, cuando se alcanza con esfuerzo
y sacrificio, que cuando se logra regalado o con facilidad…

En un mundo que te ofrece mil caminos que tomar,
tú decides qué quieres para tu vida, está en tus manos elegir
lo que creas te hará ser feliz de verdad…
tú decides luchar u obtener todo con facilidad o comodidad;
tú decides hacer cosas grandes y no dejar de luchar,
o quedarte en un mismo punto, conformarte
con lo que se te dé, y no ver lo que hay más allá…

Tú decides si crees en el Dios Amor, o si sigues buscando
respuestas que nunca lograrán llenar tu corazón…
Dios no te presiona a que lo ames, Él te ama sin condición…

Es cierto que no decides amar ni dejar de hacerlo;
porque es difícil mandar en el corazón; pero sí decides
si ese amor te hace crecer o si te destruye porque
no es correspondido o no resultó ser lo que tanto habías querido…

Y cuando alguien muy amado, le tocó partir…
tú decides si continuas porque la vida ha de seguir…
o si renuncias a todo y prefieres morir aunque
tu corazón no deje de latir…

Tú decides ser feliz o quejarte de todo, sin poder descubrir
las bendiciones que a diario, Dios tiene para ti…
Tú decides sentir paz, aún en el reír o llorar; o fingir
lo que no eres, lanzar carcajadas al aire, que oculten
lo que has decidido asumir en los momentos difíciles
o en los de prosperidad…

Eres tú quien tienes la libertad que Dios te ha dado
para decidir lo que quieras hacer de tu vida,
si quejarte y lamentarte por lo que no tienes
o disfrutar de todo lo que posees…

Tú decides de qué vas a alimentar tu espíritu,
si de personas, pensamientos, lecturas que te fortalezcan
e iluminen tu camino o si prefieres optar por aquello
que por más que lo recibas, tu alma y corazón
se sienten aún más vacíos…

Tú decides si te dejas amar por el Amigazo,
o si sigues buscando llenar tus vacíos con aquello pasajero
y efímero que más que paz te llena de ansiedad
y no te ayuda a experimentar la Grandeza del Amor de Dios.

Recuerda… eres tú quien decides, en tus manos está…

Liturgia – Lecturas del día

Miércoles, 18 de Setiembre de 2013

Es realmente grande el misterio que veneramos

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo
a Timoteo
3, 14-16
Querido hijo:
Aunque espero ir a verte pronto, te escribo estas cosas por si me atraso. Así sabrás cómo comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.
En efecto, es realmente grande el misterio de la fe:
Él se manifestó en la carne,
fue justificado en el Espíritu,
contemplado por los ángeles,
proclamado a los paganos,
creído en el mundo
y elevado a la gloria.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 110, 1-6

R. ¡Grandes son las obras del Señor!

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en la reunión y en la asamblea de los justos.
Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas. R.

Su obra es esplendor y majestad,
su justicia permanece para siempre.
Él hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo. R.

Proveyó de alimento a sus fieles
y se acuerda eternamente de su alianza.
Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
dándole la herencia de las naciones. R.

EVANGELIO

¡Les tocamos la flauta, y no bailaron!
¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!

a Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
7, 31-35

Dijo el Señor:
¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos:
¡Les tocamos la flauta,
y ustedes no bailaron!
¡Entonamos cantos fúnebres,
y no lloraron!
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: «¡Tiene un demonio!» Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!» Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos.

Palabra del Señor.

Reflexión

1Tim. 3, 14-16. Hemos de comportarnos a la altura de Cristo, de tal forma que seamos un signo de su presencia salvadora en la Iglesia. Cristo ha de ser el punto de referencia para todo aquel que ha sido puesto al frente de la Comunidad de creyentes. Por eso se ha de meditar continuamente en su Palabra, contemplar su ejemplo, su modo de vivir entre nosotros; entrar en una continua relación personal de amor con Él.
Quien viva separado de Cristo; quien lo trate de un modo intrascendente; quien viva como asalariado y no como pastor y dueño de las ovejas, en lugar de hacer el bien hará el mal, pues no tomará en serio al Pueblo de Dios, ni a Cristo, ni a sí mismo como representante de Cristo Cabeza, Esposo, Pastor y Siervo de la Iglesia.
Si queremos proclamar el Nombre del Señor de un modo eficaz, dejémonos santificar por el Espíritu, para que quienes nos traten, desde nosotros contemplen al mismo Cristo y, mediante la fe, puedan ser elevados, junto con el Señor, a la Gloria que Él posee recibida del Padre.

Sal. 111 (110). De una y mil maneras Dios nos ha manifestado su amor, pues todas sus obras no sólo son dignas de estudio, sino de ser consideradas como el lenguaje a través del cual el Señor nos manifiesta su piedad y clemencia hacia nosotros. La obra grandiosa de la salvación que nos ha otorgado en Cristo, su Hijo, nos hace comprender hasta qué extremo llega el amor y la misericordia que Dios nos tiene.
Por eso, quien sea sabio, que tema al Señor, no con el temor de quien actúa para evitar ser castigado, sino con el temor que se traduce en reconocimiento, respeto, obediencia y fidelidad amorosa a la voluntad de Dios sobre nosotros. Entonces podremos decir: Hágase en mi, Señor, según tu Palabra; entonces, realmente, nuestro alimento será hacer la voluntad de Dios; entonces Dios hará su obra en nosotros y nos colocará, junto con Cristo, a su diestra en la Gloria eterna.

Lc. 7, 31-35. Ojalá y tomemos en serio al Señor en nuestra vida, y no queramos verlo como un juego.
En el Talmud se hablaba de las trompetas que se habrían de tocar en los duelos; y de las que se habrían de tocar en las bodas. Los niños en las plazas jugaban a los duelos o a las bodas y, conforme al sonido de las trompetas bailaban o lloraban.
Quien no toma en serio al Señor comete una especie de pecado contra el Espíritu Santo porque, no sólo lo toma como un juguete, sino que, además se cierra a su amor, a la escucha fiel de su Palabra, pues no quiere convertirse y salvarse.
A veces, por desgracia, juzgamos a las personas por su porte externo; y antes de entrar en una relación verdadera con ella, nos formamos juicios temerarios sobre la misma. El Señor nos pide que en el trato con Él no nos quedemos en lo externo; que no pensemos que estaremos unidos a Él por medio de cantos, adornos, inciensos; sino que sepamos escuchar su voz y hacerla nuestra, aun cuando los signos que nos lleven a Él sean demasiado pobres; finalmente, Dios escogió a lo que no cuenta para confundir a lo que cuenta según los criterios de este mundo.
El Señor nos reúne en esta Eucaristía en la sencillez que se hace lenguaje nuestro, conforme a nuestra cultura. Su Palabra se encarna para nosotros; se pronuncia con toda su fuerza salvadora para nosotros. Para muchos tal vez esa Palabra parezca algo banal e intrascendente; sin embargo es Cristo que se hace cercanía para nosotros para caminar con nosotros y conducirnos al Padre.
La Eucaristía hecha para nosotros Pan de Vida, no puede hacernos pasar de largo ante ella por realizarse bajo los signos muy sencillos del pan y del vino, considerándola malamente como un objeto que tal vez merezca nuestro respeto, pero del cual no podemos esperar algo grandioso.
El Ministro que, junto con su comunidad celebra la Eucaristía, puede también ser un signo demasiado pobre del Señor a causa de su fragilidad; y muchas veces los escándalos provocados por quienes están reunidos en torno al Señor manifiestan un signo pobre de la Iglesia santa.
Sin embargo sabemos que es el Señor quien realiza, por medio nuestro, su obra de salvación actualizando, en un auténtico Memorial, su Misterio Pascual a través de la historia, con todo su poder a pesar nuestro.
Tomar en serio al Señor en nuestra existencia significa dejar que Él renueve nuestra vida, y nos ayude a actuar conforme a la fe que profesamos. A nosotros corresponde, por tanto, continuar la obra del Señor, haciéndolo presente en todos los ambientes en que se desarrolle nuestra existencia.
La proclamación del Nombre del Señor la hemos de hacer con toda claridad, invitando a la conversión, e invitando a vivir en la alegría y en la paz que el Señor nos ofrece.
No podemos pasarnos la vida como plañideras; ni podemos vivir siempre guiados por un optimismo que nos hiciera cerrar los ojos ante el pecado que ha dominado a muchos que, al mismo tiempo, han cerrado sus oídos y su corazón a la oferta de salvación que Dios nos hace.
La Iglesia de Cristo debe estar muy atenta para procurar que la salvación llegue a todos y a cada persona, conforme a aquello que realmente necesita en su vida y que, tocándole el Señor de un modo personal, le invite fuertemente a dejarse conducir por Él.
En este aspecto no hemos de dejarnos dominar por el desaliento, sino que, fortalecidos por el Espíritu del Señor, hemos de ser valientes testigos de su Evangelio aceptando con amor sincero todos los riesgos que, como consecuencia de nuestro testimonio acerca de Cristo, tengamos que afrontar día a día.
Pidámosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir con lealtad nuestra fe en Él, de tal forma que, siendo fieles testigos de su amor para nuestros hermanos, sepamos dar nuestra vida por ellos para que, juntos, podamos algún día alegrarnos eternamente en el Señor. Amén.

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