Miércoles Santo | Camino de Semana Santa «Quebró el vaso» | Padre Guillermo Serra

Continuamos con este Camino de Semana Santa del Padre Guillermo Serra con el Miércoles Santo «Quebró el vaso»

QUEBRÓ EL FRASCO

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Breve silencio para ponernos en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.

ORACIÓN INICIAL

Este es el cordero que enmudecía y que fue inmolado; el mismo que nació de María, la hermosa cordera; el mismo que fue arrebatado del rebaño, empujado a la muerte, inmolado al atardecer y sepultado por la noche; aquel que no fue quebrantado en el leño, ni se descompuso en la tierra; el mismo que resucitó de entre los muertos e hizo que el hombre surgiera desde lo más hondo del sepulcro.

Extracto de homilía sobre la Pascua. Melitón de Sardes

CITA

Faltaban dos días para la Pascua y los Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle. Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo».

Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza.

Había algunos que se decían entre sí indignados: «¿Para qué este despilfarro de perfume? Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres». Y refunfuñaban contra ella. Mas Jesús dijo: «Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí.

Marcos 14, 1-6

REFLEXIÓN

Estando cerca de tu Pasión, hoy recibiste el consuelo de un gesto generoso. Una mujer se acercó a ti estando en casa de Simón el leproso, en Betania, y quebró un frasco de perfume puro de nardo, de mucho precio. El perfume lo derramó sobre tu cabeza.

Un acto así no tiene sentido sino para quien ama y te reconoce como su Señor. Pero algunos se indignaron por este gesto y se decían, ¿para que este despilfarro?

Aquí hay dos visiones de cómo amarte, de cómo entregarte lo mejor de nosotros. Este frasco de perfume es una imagen de nuestro corazón. Es nuestro perfume más costoso, el mejor guardado, el que más nos gusta. Ese que nosotros podemos ofrecer a quienes amamos y retirar de quienes nos son indiferentes o incluso odiamos.

En este desierto del amor, hace falta ser generoso, no nos podemos medir, hacer falta quebrar el frasco y dejar escapar el perfume sobre tu cabeza, Jesús. Y hacerlo por adelantado como esta mujer es la mejor señal de que nuestro camino de Cuaresma ha dado su fruto, ¿verdad?

Te dejo Señor lo más precioso, lo más querido, lo más reservado e íntimo, lo más mío: mi corazón. Lo quiero derramar, todo, completo y para asegurarme que no me quedo con nada, lo quiebro en tu presencia para inundarte con el perfume de mi amor. Recíbelo, es mi homenaje a ti antes de que sufras tu Pasión. Entonces, sé que tú derramarás el perfume de tu sangre sobre mí para limpiarme, purificarme y salvarme del pecado.

ORACIÓN

EL PERFUME DE MI CORAZÓN

Todo lo que soy y tengo
Todo lo que quiero y anhelo
Todo lo que algún día soñé
Todo lo que he ahorrado
Todo lo que aprendí y amé

Todo, Señor, todo te lo doy
Es el perfume de mi corazón
En esta noche te lo entrego
Con alegría antes de tu Pasión

Lo hago sin medida
Lo hago ya sin miedo
Lo hago con alegría
Lo hago con cariño

En él se representa mi interior
Mi camino y mi cansancio
Mis luchas y caídas
Mis amarguras y mi sudor

Es un perfume único
Pues solo yo te lo puedo dar
Es mi vida, mi historia y mi canción
El diario escrito de mi caminar

Con mi mirada en la tuya
Con el silencio de palabras
Quiebro el frasco
Entrego todo
Libero mi perfume
Para llenarte
Con el suave aroma
Regalo mío para tu Pasión

Del libro Jesús a mi alma. P. Guillermo Serra, L.C.

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PROPÓSITO

Repasar los propósitos, el diario que hemos ido escribiendo durante el Camino de Cuaresma y ahora en el de Semana Santa y ofrecer todo lo visto, todo lo vivido a Jesús como perfume de nuestro amor.

Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.