Primer Domingo de Cuaresma – Reflexión del evangelio

Primer Domingo de Cuaresma – Reflexión del evangelio

LAS TENTACIONES DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE

     Jesús nos alerta de las graves tentaciones o pruebas que acechan siempre al ser humano. Una es pensar que la felicidad última de la persona se encuentra en la posesión y el disfrute de los bienes.

Sin embargo, para Jesús, satisfacer las necesidades materiales, con ser algo muy importante, no es suficiente, además tenemos que hacernos más humanos aprendiendo a vivir como hermanos, compartiendo y no poseyendo, dando y no acaparando.

Las personas en general tenemos la tentación de buscar el poder, el éxito y el triunfo personal, por encima de todo y a cualquier precio.

Sin embargo, para Jesús, las personas nos acercamos más a lo que Dios quiere de nosotros cuando somos capaces de vivir en el servicio atento, generoso y desinteresado a los demás.

Otra tentación muy frecuente es la de tratar de resolver el problema último de nuestra vida, la muerte, sin riesgos, sin luchas ni esfuerzos, utilizando interesadamente a Dios de manera mágica y egoísta. Sin embargo, para Jesús, entender así la religión es destruirla.

La verdadera fe no conduce a la pasividad, a la evasión de la realidad y al absentismo ante los problemas, sino más bien el seguidor de Jesús debe arriesgarse cada día más en la lucha por lograr una sociedad de personas más libres y más hermanos.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

Lectura del libro del Deuteronomio 26,4-10

Dijo Moisés al pueblo:
– El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios.

Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: «Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa.

Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.

El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel.

Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado». Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.

Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

   En el texto del Deuteronomio se recoge la oración del pueblo de Dios al presentar al Señor los primeros frutos de sus cosechas.

Es una oración agradecida, confiada y esperanzada, pero al mismo tiempo, es una profesión de fe, pues en la presentación de las ofrendas reconoce que cuanto se tiene o posee, es un don de Dios y un regalo de su bondad y no solamente fruto del trabajo humano.                                             

SALMO 

Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15
R. Quédate conmigo, Señor, en la tribulación.  

2ª LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10,8-13

Hermanos:
La Escritura dice:
– La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.

Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás.

Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.

Dice la Escritura:
– Nadie que cree en él quedará defraudado.

Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.

Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

     El apóstol Pablo les dice a los cristianos de Roma y nos dice a nosotros que la palabra que nos salva es «reconocer a Jesús como Salvador, puesto que el que invoca el nombre del Señor con fe, se salvará, que necesitamos «creer de corazón y profesar con nuestros labios» que Jesús es el Redentor.                                          

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 4,1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.

Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
– Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.

Jesús le contestó:
– Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:
– Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.

Jesús le contestó:
– Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto».

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
– Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras».

Jesús le contestó:
– Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios».

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Palabra de Dios

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

     Jesús se retira a la soledad del desierto durante 40 días para intensificar su trato con Dios-Padre en diálogo amistoso y confiado, tensar su ánimo para hacer frente a las tentaciones, ofrecernos ejemplo de lealtad a la dura y costosa misión que ha de cumplir.

Las tentaciones de Jesús, aparte de su carga simbólica y teológica, nos están diciendo la dura oposición que Jesús ha de sufrir en el cumplimiento de su misión y la victoria alcanzada por su fidelidad y lealtad a Dios-Padre.              

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

LA CUARESMA

     Los cuarenta días de la Cuaresma son simbólicos, como siempre en la Biblia. Son los cuarenta días de peregrinación de Elías al Horeb, al encuentro de Dios, son los cuarenta años de peregrinación del pueblo por el desierto.

Jesús, después de estar cuarenta días en el desierto, termina su ciclo completo de preparación, en soledad, oración y ayuno. Esta preparación ha dado origen a la Cuaresma. Cuarenta días de camino hacia la Pascua.     

Normalmente se han identificado los cuarenta días de la Cuaresma con unos días de “penitencia por nuestros pecados”, días de purificación por el resto del año en que no nos preocupamos de ello. Este planteamiento es poco válido.

El concepto que debemos de tener sobre la Cuaresma es el de tiempo de conversión, como uno de los aspectos más básicos, diríamos que el primero, de nuestra vida religiosa, porque el primer mensaje de Jesús fue: “Convertíos”. Convertirse es “volverse”, “ir en otra dirección”, “cambiar de mentalidad”.

El encuentro con Jesús produce un cambio, un cambio de dirección, de criterios, de valores. El cambio es, ante todo, “creer en la Buena Noticia” que Jesús nos trae.  

Aceptar la Buena Nueva es aceptar ese concepto de Dios, esa visión de la vida, esa misión para la vida de cada uno, vivir con el Espíritu de Jesús.

Con ese Espíritu, la vida es algo diferente, es una vida nueva, renovada, salvada de la oscuridad, de la muerte.


Primer Domingo de Cuaresma – Reflexión del evangelio

Videoclip del evangelio para el primer domingo Cuaresma, que narra las tentaciones de Jesús en el desierto y el comentario de las lecturas de hoy.

Primer Domingo de Cuaresma – Ciclo A