RECORDAR Y ADMIRAR EL CAÑAMELAR ES RECORDAR Y ADMIRAR AL CRISTO DE LOS AFLIGIDOS

Desde El Cañamelar (Valencia) José Ángel Crespo Flor).- Si siempre se espera con ganas la publicación que todos los años suele ofrecer por estas mismas fechas la Hermandad del Cristo de los Afligidos la del presente año era esperada con más interés si cabe por aquello de ver y constatar lo que se ponía del recordado y admirado Pare Luis Navarro, primer párroco que tuvo El Rosari y primer párroco que tuvo El Cañamelar.

Conviene recordar que fue el propio Luis Navarro quien, en 1885, mandó que saliese del Rosari el Cristo de los Afligidos. Y lo hizo para que la Sagrada Imagen llevase, con su presencia por las calles, consuelo y esperanza a familias y enfermos aquejados de aquel terrible mal.

Pues bien, Pepe Aledón, con su escrito en favor del Canyamelar, ha vuelto a poner los puntos sobre las ‘ies’ y ha vuelto a demostrar que lo que escribe está comprobado y muy contrastado de ahí el gran trabajo al que estamos haciendo referencia.

Los otros artículos los dejo para los que lean el Libro de Fiestas de la Hermandad que ha vuelto a alinearse en favor de la cultura, de la religiosidad popular y de la Semana Santa y en este aspecto sobresale tanto los actos de calle como los puramente religiosos de ahí su importancia y su aportación a la Semana Santa Marinera de Valencia (SSMV) y a la Cultura del Cañamelar. Porque la Semana Santa es reso: recordar, actualizar y rezar ante los misterios de la Pasión, Muerte, Enterramiento y Resurrección de Jesucristo pero es también hacer cultura. Y cultura de la buena. Y en esto último estamos desde hace algún tiempo. (Para seguir los escritos del que suscribe, hacerlo a través de esta dirección: apuntesdelcanyamelar.blogspot.com/

EL CANYAMELAR: ALGO MÁS QUE UN NOMBRE

Los nombres son fundamentales para circular sin problemas por la vida diaria. Sin ellos – propios y comunes – sería imposible la comunicación y sin una buena comunicación no hay sociedad.

Al final todo queda reducido a nombres. Cuando todo pasa sólo queda un nombre y, en algunos casos unas obras asociadas a él: Homero y “La Ilíada” y “La Odisea”; Milo y una admirable escultura de Afrodita. Muchos dudan de que Homero escribiera esas dos obras. Otros incluso de la misma existencia de Homero. Muchos atribuyen la tan bella como famosa escultura de Venus a Milo, ignorando que tal nombre corresponde a una isla del Egeo más bien que a un escultor. Tales incertidumbres son esperables en obras creadas hace muchos, demasiados, siglos.

A veces, sin embargo, el olvido tiende su opaco y denso manto sobre nombres y realidades mucho más recientes y eso es más preocupante.

Ello es lo que está empezando a ocurrir con una parte en otro tiempo – y hoy también – importante de los Poblados Marítimos de Valencia, hasta el punto de ser el eje del mundo político, comercial y cultural del antiguo municipio independiente Poble Nou de la Mar: El Canyamelar.

Un importante número de naturales y residentes, así como entidades públicas y privadas de este barrio del Distrito Marítimo, observa como el protagonismo de fraternales barrios vecinos, como el Grau y el Cabanyal va – por supuesto sin pretenderlo nadie y por razones que no vienen al caso – difuminando su nombre y con él la propia existencia.

Ello no es nuevo, pues incluso Blasco Ibáñez en su – para nosotros tan querida – “Flor de Mayo”, cuando describe – y lo hace con una fidelidad notarial, pues está a la sazón en el apogeo de su etapa naturalista – uno de los actos más dramáticos (el Santo Encuentro) de la Semana Santa de una de las partidas de Pueblo Nuevo del Mar (“tronaba en las calles del Cabañal”), en puridad narra la procesión del Canyamelar, (“Jesús y su madre iban a encontrarse en mitad de la calle de San Antonio, casi a la puerta de la taberna del tío Chulla”). La calle de San Antonio en Pueblo Nuevo del Mar (en el municipio de la Vilanova del Grau hubo otra calle de San Antonio) se encontraba exclusivamente en el Canyamelar (ver “Historia del Cabanyal. Poble Nou de la Mar (1238-1897)” de A. Sanchis Pallarés. Valencia 1997, p. 111). ¿Por qué maquilló Blasco el verdadero escenario en el que transcurren estos hechos? Nunca lo sabremos, pero el escritor, hombre práctico, intuyó certeramente que – ya en 1895 – la marca Cabanyal vendía más (la novela se escribió con miras universales) que Canyamelar. Eso mismo ocurre hoy, pero, al igual que el Cabanyal –su gente- no quiere ser asimilado a La Malvarrosa (en los medios de comunicación de ámbito nacional se escucha cada vez más “playa de la Malvarrosa”, cuando entre nosotros sabemos que se trata de la playa de las
Arenas o de la del Cabanyal…), el Canyamelar – su gente – no desea ser asimilado a ningún otro barrio del Marítimo.

Es importante tener en cuenta que durante el tiempo que duró la autonomía municipal, es decir, de 1836 a 1897, fue en el Canyamelar donde estuvo ubicado el edificio del Ayuntamiento (en la calle del Rosario las más de las veces); que Francisco Cubells, el primer alcalde constitucional era vecino del Canyamelar, teniendo su domicilio y negocio (un horno) en la calle del Rosario; que en 1854 se proyecta la construcción de un Paseo o Glorieta “para reunión en sociedad o para que la disfruten los que se presentan en el verano a tomar los baños de mar, que son muchísimos de esa ciudad [Valencia] y de la corte de Madrid”[1]; que hasta la entrada en servicio, en 1867, del Cementerio Municipal sito en el camino del Cabanyal, fue en el camposanto parroquial anejo a la iglesia del Rosario donde se dio sepultura a todos los vecinos de Poble Nou de la Mar (Canyamelar, Cabanyal y Campo de França);; fue en el término del Canyamelar donde se edificó el principal teatro con que ha contado jamás el Distrito Marítimo de Valencia: el Teatro de la Marina; fue en el tramo de playa correspondiente al Canyamelar donde se construyó el señorial balneario «Las Arenas»; fue en el Canyamelar donde se edificó, a mediados del siglo XIX, una colonia de casas veraniegas para gente con posibles, optando a ellas personajes como los Bertrán de Lis (cuyos caseros fueron los padres de los hermanos Benlliure); Sebastián Monleón, célebre arquitecto valenciano, autor, entre muchos otros proyectos, de la plaza de toros de Valencia, de los Jardines de Monforte y miembro del equipo que diseñó el primer (1858) Proyecto General del Ensanche de la Ciudad de Valencia.

En el Canyamelar nacieron los pintores Bernardo Ferrandis (o Ferrándiz), José Benlliure y Ernesto Furió. Destacado canyameler fue el polifacético Ernesto Anastasio Pascual (capitán de la Marina Mercante, abogado, consejero fundador y después presidente de la Compañía Transmediterránea, de CAMPSA y de los Astilleros «Unión Naval de Levante).

Fue en el Canyamelar donde un sacerdote ejemplar, Luis Navarro Oliver, el pare Lluis, fundó en 1880, junto con el recordado maestro del Cabanyal Vicente Ballester Fandos, el Patronato Musical de Pueblo Nuevo del Mar (hoy conocido como Ateneu Musical del Port), tronco fundacional de todas las actuales sociedades musicales del Marítimo.

En pocas palabras, durante el periodo independiente, fue el Canyamelar, como ya se ha apuntado, el ombligo de Poble Nou de la Mar.

Ello en cuanto al siglo XIX. Si nos circunscribimos al periodo posterior a la anexión de dicho municipio a la ciudad de Valencia, es decir, a lo acontecido en el siglo XX, no podemos dejar de mencionar la instalación en el Canyamelar de un complejo industrial tan importante como la fábrica de cerveza «El Aguila»; la erección del Teatro Musical en la plaza del Rosario; el remozamiento y asentamiento definitivo de las muchas casas de baños y merenderos de la playa de Las Arenas, transformados en modernos restaurantes y hoteles entre los que hallamos nombres míticos en el panorama turístico y gastronómico de la costa mediterránea como La Marcelina y La Pepica. En el Canyamelar están las famosas tabernas «Casa Guillermo» y «Casa Montaña» (una de las buenas vinotecas de España).

Otro importantísimo elemento – no solo del Marítimo, sino de la ciudad de Valencia – es el Museo de la Semana Santa Marinera, que, junto con la sede y dependencias de la Junta Mayor de la misma, está ubicado en el Canyamelar. La misma Junta Municipal estuvo ubicada (hoy es la sede de la Policía Local en el Marítimo) en este barrio. Otro tanto hay que decir del Ateneo Marítimo y del Polideportivo «Cabanyal» (¿por qué no llamarlo «Cabanyal – Canyamelar»?). Incluso el afamado Mercat del Cabanyal, está ubicado, desde 1958 en el Canyamelar…

Sin duda alguna, el Canyamelar es algo más que un nombre.

José Aledón