Reflexión y oración de Santa Margarita María de Alacoque al Corazón de Jesús
Ven Espíritu Santo,
y enséñame a unir el amor que sirve con el amor que adora.
Porque tú soplaste con fuerza en el corazón de Santa Eduviges,
que vivió la caridad con los pobres,
y también en Santa Margarita María de Alacoque,
que se consumió en la oración ante el Corazón de Jesús.
Tú haces de cada alma un camino distinto,
pero siempre con la misma meta:
amar más, amar mejor, amar hasta el final.
Santa Eduviges fue una mujer noble
que entendió que los títulos y las riquezas
no valen nada si no se usan para el bien.
Visitaba enfermos, liberaba deudas,
y servía a los necesitados con ternura.
Su vida fue una limosna continua de amor.
Santa Margarita, en cambio,
fue elegida para revelar al mundo
la dulzura del Corazón de Jesús,
ese amor herido que sigue amando sin medida,
y que espera nuestra confianza y reparación.
Dos caminos distintos,
una misma llama del Espíritu.
🌿 Reflexión
Espíritu Santo,
a veces creo que amar es sólo ayudar,
otras veces pienso que es sólo rezar,
y me olvido de que el amor verdadero
tiene dos alas: acción y contemplación.
Enséñame a servir sin perder la oración,
y a orar sin olvidarme del hermano.
Que mi amor no sea sentimental,
sino concreto, generoso, perseverante.
Como dice Mons. Víctor Manuel Fernández:
“El Espíritu Santo une lo que el corazón humano suele separar:
la mística y el compromiso,
la ternura y la fuerza,
el silencio y el servicio.”
Espíritu Santo,
hazme descubrir que el amor no se dice, se vive;
y que orar no es alejarse del mundo,
sino verlo con tus ojos.
🌟 Para mi vida hoy
Espíritu Santo,
quiero que mi vida sea una oración encarnada,
una fe que se vea,
una caridad que consuele,
una alegría que contagie esperanza.
Enséñame a tener el corazón en el cielo,
pero las manos en la tierra.
A mirar al Corazón de Jesús,
y desde ahí, amar más y servir mejor.
🙏 Oración final (extensa)
Espíritu Santo,
hoy te doy gracias por Santa Eduviges y Santa Margarita,
por sus vidas tan diferentes y tan unidas por el mismo amor.
Gracias por enseñarme, con Eduviges,
que la caridad es la expresión más pura de la fe,
que servir a los pobres es servirte a ti,
que cada gesto de ternura hacia el necesitado
te alegra el corazón.
Gracias por enseñarme, con Margarita,
que la oración no es fuga,
sino encuentro,
que el silencio puede arder de amor,
y que el Corazón de Jesús
es fuente inagotable de misericordia.
Espíritu Santo,
hazme capaz de mirar a Jesús con el amor de Margarita,
y de tocar al prójimo con la compasión de Eduviges.
Hazme sensible al sufrimiento ajeno,
pero también atento a tu voz en el silencio.
Haz que mi oración se traduzca en obras,
y que mis obras nazcan siempre de la oración.
Espíritu de Amor,
quiero vivir como ellas:
con el corazón en fuego y los pies en camino,
con ternura que actúa,
con fe que se expresa en la vida.
Y cuando el cansancio me visite,
cuando me sienta vacío o sin fuerzas,
recuérdame que tú, Espíritu Santo,
eres el amor que me mueve,
el fuego que me sostiene,
la presencia que me basta.
Amén.