Semana primera de Adviento, ¡Alégrate, el Señor está contigo!

¡Prepárate, que Dios viene a tu encuentro!

!Vigilad!

Sí; vigilemos. ¿Por qué?
Porque necesitamos de una palabra de aliento.
Porque, el mundo, este mundo que tocamos
con las yemas de nuestras manos;
que amamos y que a la vez odiamos;
este mundo tan necesitado de paz,
como tan lleno de contiendas,
necesita de buenos vigilantes.

Hombres y mujeres que, más allá del día a día,
entre los rascacielos del puro y duro sensacionalismo
o materialismo, levanten su cabeza y esperen.
Sí; esperen a un Dios que viene a salvarnos.

¿Salvarnos? ¿Salvarnos de qué?
De mucho, amigos, de mucho.
Hay muchas cosas y acontecimientos
que atragantan nuestra felicidad.

Vemos que este “gran castillo del bienestar
que nos hemos montado” se tambalea y nos produce
ansiedad, corrupción, mentiras e inestabilidad

Dios que sale a nuestro encuentro.
Dios que, en la Navidad, se hará pequeño,
mientras que el hombre se empeña
en hacerse grande. Dios que, en Jesús,
se dejará abrazar, amar, tocar, besar, adorar.

¡Bienvenido, Adviento!
Entra por las ventanas y balcones de nuestros corazones.
Vivamos, amigos, este tiempo de esperanza;
semanas de espera y horas de tensión.
¡Que va a venir el Señor!

No podemos bajar la guardia; no podemos
bajarnos del torreón de nuestra fe por el simple
hecho de que nos digan que, en el llano,
se vive mejor sin Dios.
Adviento. Lo necesitamos.

¡Qué déficit de esperanza el nuestro!
Viene el Señor, porque nos ve vacíos.
Cuántas estrellas que iluminan las calles y,
los que las han puesto, no saben
ni por qué ni por quién.

Adviento. ¡Bienvenido seas!
¡Qué ganas tenemos de un Niño
que nos reúna en torno a la mesa
y nos haga pensar que, el mundo,
aún tiene solución!

Adviento. Es el Señor, que llega.
¡Prepárate… es Dios quien llega en persona!

P. Javier Leoz

Semana primera de Adviento, ¡Alégrate, el Señor está contigo!

Disfruta cada día de la Palabra de Dios y compártela para que llegue a los corazones de tantos cristianos que necesitan este alimento diario.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 24, 37-44

En aquél tiempo Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé.

En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.

De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado.

De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.

Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.


Camino hacia Belén con el Padre Guillermo Serra


ORACIÓN para el ADVIENTO

Reflexión del Papa Francisco para el tiempo de Adviento