Vulgaridades al alza

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Estamos en pleno campeonato mundial de futbol. Las televisoras compiten por darnos los mejores espectáculos y ganar rating, siempre desde luego con criterios económicos. Me indigna que, desde hace años, contratan a personajes que pretenden entretener al público con chistes de mal gusto, expresiones vulgares, dobles sentidos sexuales en todo lo que dicen o hacen, vestidos de mujer, sin serlo. Cuando tengo tiempo de ver alguno de estos programas, de inmediato cambio de canal, pues no soporto sus bajezas. Pareciera que están convencidos de que, para que el pueblo no piense ni se levante, hay que darle pan y circo.

Es muy triste que, en conversaciones ocasionales que me toca escuchar, algunas damas usen lenguajes groseros, vulgares, ofensivos a los oídos, y lo hacen con tal desparpajo que parecieran presumir con lo que dicen. Dan la impresión de querer borrar la imagen tradicional de mujeres recatadas y honestas, vulgarizándose al estilo de carretoneros de la calle.

En algunos hogares, es común que el esposo, o quien quiere imponer su autoridad, recurra a disparates, a insultos groseros, a leperadas que deberían dar vergüenza. Y eso es lo que aprenden los hijos.

Organizadores de fiestas religiosas a Jesucristo, a la Virgen y a los Santos, con tal de agradar al público y obtener recursos, montan espectáculos poco dignos, como desfiles con disfraces vulgares y nada artísticos, remedos de mujer con muy mal gusto y muy poco respeto, luchas libres, etc., donde abunda el alcohol, como si con ello luciera más la fiesta, contradiciendo totalmente su sentido religioso. No les importa la Palabra de Dios y la Misa, confesarse y comulgar, convertirse, sino divertir y sacar dinero. Es una vergüenza y un descrédito que no hemos sabido desterrar.

JUZGAR

¿Qué dice la Palabra de Dios? “Jactándose de sabios, se volvieron estúpidos…Por eso Dios los entregó a los deseos impuros de su corazón, y llegaron a tal inmoralidad, que deshonraron sus cuerpos unos con otros…, llenos de perversidad, maldad, fanfarrones, ingeniosos para el mal… No sólo practican estas cosas, sino que aprueban a los que las cometen” (Rom 1,22-32). “Son manifiestas las obras que proceden del desorden egoísta del hombre: la lujuria, la impureza, el libertinaje…, las borracheras, las orgías y otras cosas semejantes… Quienes hacen estas cosas, no conseguirán el Reino de Dios” (Gál 5,19-21). “El que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna” (Gál 6,8).

“No salga de su boca palabra desedificante, sino la que sea conveniente para edificar” (Ef 4,29). “La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre ustedes, lo mismo las groserías, las necedades o las chocarrerías, cosas que no están bien… Que nadie los engañe con vanas razones… No tengan parte con ellos… No participen en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denúncienlas… No sean insensatos, sino comprendan cuál es la voluntad del Señor” (Ef 5,3-17).

ACTUAR

¿Qué podemos hacer para dignificar el ambiente? Si usted tiene acceso a los responsables de los medios de comunicación, sobre todo de la televisión, hágales una invitación a que no sea la ambición de ganar más dinero la que predomine en la selección de los contenidos de sus emisiones, sino que asuman su responsabilidad de educadores de una cultura más elevada y digna del pueblo. Por lo menos, cambie de canal y mándeles mensajes de inconformidad.

No participe en eventos vulgares, ni los aplauda. Tampoco los exija, como si sólo con ellos fuera exitosa una fiesta. ¡Por dignidad a usted mismo! ¡Por respeto a nuestra fe!

Controle sus instintos y evite acompañar sus dichos y conversaciones con groserías, disparates y expresiones léperas. Lo sugerimos a los padres de familia, especialmente a los jóvenes, y en particular a las jovencitas. No hay que aplaudir que los niños las aprendan; al contrario, aunque las oigan en la calle o en la casa, insistirles en que no las repitan. ¡Elevemos la sociedad; no la degrademos! Generemos iniciativas para dignificar al país.

+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo de San Cristóbal de Las Casas