10 de Julio – Oración del Cardenal Mercier – Tiempo ordinario
Os voy a revelar un Secreto
para ser santo y dichoso.
Si todos los días, durante cinco minutos,
sabéis hacer callar vuestra imaginación,
cerráis los ojos a las cosas sensibles
y los oídos a todos los rumores de la tierra,
para penetrar en vosotros mismos, y allí,
en el santuario de vuestra alma bautizada,
que es el templo del Espíritu Santo,
habláis a este Espíritu Divino, diciéndole:
“¡Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma, te adoro!
Ilumíname, guíame, fortaléceme, consuélame;
dime que debo hacer, dame tus órdenes;
te prometo someterme a todo lo que desees de mí
y aceptar todo lo que permitas que me suceda:
hazme tan sólo conocer tu voluntad”.
Si esto hacéis, vuestra vida se deslizará feliz,
serena y llena de consuelo, aun en medio
de las penas, porque la gracia será en proporción
a la prueba, dándonos la fuerza de sobrellevarla,
y llegaréis así a la puerta del Paraíso cargados
de méritos. Esta sumisión al Espíritu Santo
es el secreto de la Santidad.
Evangelio del día 10 de julio – Ciclo B con el Padre Guillermo Serra
Disfruta cada día de la Palabra de Dios y compártela para que llegue a los corazones de tantos cristianos que necesitan este alimento diario.
Evangelio según San Mateo 10, 24-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El discípulo no es más que el maestro, ni el criado más que su señor.
Le basta al discípulo ser como su maestro y al criado ser como su señor. Si al señor de la casa lo han llamado Satanás, ¡qué no dirán de sus servidores!
No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda?
Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados.
Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos».