10 de Septiembre – Tócame, Señor – Evangelio tiempo ordinario

¡Tócame, Señor!

Para que oyendo, como Tú quieres,
sepa escuchar con nitidez lo que me dices.
Y si a veces, Señor, vuelvo la cabeza,
haz que, de nuevo, con la veleta de la fe,
me marques el sentido de mi vida.

¡Perdóname, Señor!
Cuando te escucho y finjo no haberlo hecho.
Cuando te escucho, y pienso que no es para mí.
Cuando te escucho, y me hago el sordo.

¡Tócame, Señor!
Porque, si me toca sólo la mano del mundo,
siento que me pierdo la mejor parte de Ti.
Creo apartarme del camino verdadero.
Escucho aquello que sólo a unos interesa.

¡Tócame, Señor!
Y despiértame de mi letargo espiritual,
para que, volviendo otra vez a Ti,
pueda entender que sin Ti,
todo es vacío, ansiedad y sufrimiento.

¡Tócame, de nuevo, Señor!
Porque, a veces, estoy demasiado tocado
por las manos de un mundo caprichoso,
de una sociedad corrompida,
de un ambiente que no me deja oír,
lo que me produce paz y alegría sin límites.

¿Me tocarás, Señor?
Ábreme mis oídos, que te escuche.
Mis manos, que me dé.
Mis ojos, para que vea.

Mis pies, para que camine.
Mi conciencia, para que nunca te olvide.
Amén.

P. Javier Leoz

Evangelio del día 10 de Septiembre con el Padre Guillermo Serra | Jueves de la vigésimo tercera semana del Tiempo ordinario

https://youtu.be/wP6aD9ujQRs

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EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 6, 27-38

Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. 

Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.

A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. 

Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. 

Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. 

Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. 

Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. 

Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. 

Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.

No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. 

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. 


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ORACIÓN del Ángelus por el Papa Francisco