25 de Octubre – Ya soy viejo – Evangelio tiempo ordinario

Ya soy viejo

El otro día una persona joven me preguntó
qué se sentía ser viejo.

Hacerse viejo he decidido es un regalo.
Yo soy ahora probablemente por primera
vez en mi vida, la persona que siempre quise ser.

Alguna veces me desespero de mi cuerpo…
las arrugas, las ojeras, las canas y la calvicie…
y a menudo me sorprendo de la persona
vieja que vive en mi espejo.
Pero no me preocupo de estas cosas
por mucho tiempo.

No cambiaría mis sorprendentes amigos
ni mi maravillosa vida, por menos canas
y un cuerpo musculoso.
Al envejecer, me he vuelto amable conmigo
y menos crítico de mí.

Me he convertido en mi mejor amigo.
No me regaño por comer esa galleta extra,
o por no hacer mi cama o por comprar
ese juego de jardín que no necesitaba.

Estoy en mi derecho de ser un poco desordenado,
extravagante y oler las flores…
He visto a mucho amigos irse de este mundo
muy pronto, antes que entendieran la libertad
que viene con hacerse viejo.

¿A quién le interesa si escojo leer o jugar
en la computadora hasta las 4 de la mañana
y luego dormir hasta el medio día?
Bailaré conmigo a esos maravillosos acordes
de los 50´ y 60´s y si deseo en ese momento
llorar por algún amor perdido… ¡lo haré!

Caminaré por la playa sin un traje de baño…
a pesar de las miradas de compasión
de los que usan bikini…
Ellos también se harán viejos (si tienen suerte).

Sé que algunas veces soy olvidadizo,
pero me acuerdo de las cosas importantes.
A través de los años mi corazón se ha roto.
¿Cómo no puede romperse el corazón cuando
pierdes a alguien querido, o cuando sufre un niño
o cuando muere tu mascota…?

Pero el corazón roto es lo que nos da la fuerza,
entendimiento y compasión.
Un corazón que nunca se ha roto,
nunca sabrá de la felicidad de ser imperfecto.

Soy bendito por haber vivido lo suficiente
para que mis cabellos se vuelvan grises…
y conservar la sonrisa de mi juventud.
Tantos no se han reído, y tantos se han muerto

Puedo decir “No” y querer decirlo.
Puedo decir “Sí” y querer decirlo.
Cuando vas envejeciendo es más fácil ser positivo.
Te preocupas menos de lo que las otras personas
Puedan pensar.

Hasta me he ganado el derecho de estar equivocado.
Me gusta ser viejo, porque me ha dado ¡Libertad!

Me gusta ser la persona en que me he convertido.
No voy a vivir para siempre… pero mientras esté aquí,
no perderé tiempo en lamentar de lo que pudo ser,
o preocuparme de lo que será.

Comeré postre todos los días… (si así lo deseo).

Amar sencillamente, amar generosamente.
Hablar amablemente. Y el resto… dejárselo a Dios.

¡Qué bello es contemplar las flores y aspirar
su fragancia en los ratos de nuestra vejez!

¡Qué bellas son las mariposas que vuelan
de flor en flor!

Queridos amigos: disfruten de sus años de vida
y no sufran por haber perdido la juventud.
Vivan y amen. Todos tienen un gran valor
para Dios, y para mí también.

¡¡¡Sonrían cada mañana porque Dios se ha despertado
antes que tú y ha colgado el sol en tus ventanas!!!

Evangelio del día 25 de octubre con el Padre Guillermo Serra| Lunes de la trigésima semana del Tiempo ordinario

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ORACIÓN a la Virgen del Rosario

ORACIÓN del Ángelus por el Papa Francisco