Guión Domingo XXX del tiempo ordinario

Guión Domingo XXX del tiempo ordinario – Ciclo A

LO PRIMERO Y ESENCIAL EN LA VIDA DEL CRISTIANO

Para Jesús los mandamientos se concretan sólo en dos: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.

Nos interesa mucho escuchar bien las palabras de Jesús, pues en la Iglesia es posible que haya ido creciendo a lo largo de los siglos el número de preceptos, normas y prohibiciones para regular los diversos aspectos de la vida cristiana.

Pero, ¿qué es lo esencial, lo más importante para vivir como seguidores de Jesús? Jesús deja claro que sólo el amor sincero a Dios y al prójimo es el criterio principal y primero de nuestro seguimiento a Jesús.

Un amor que es la fuerza clave e insustituible que pone verdad y sentido a nuestra relación religiosa con Dios y a nuestro comportamiento con las personas. Un amor que se opone al egocentrismo y desinterés por los demás.

En estos tiempos tan críticos nada hay más importante que cuidar humildemente lo esencial: el amor sincero a Dios alimentado en celebraciones sentidas y vividas desde dentro y el amor al prójimo fortaleciendo el trato amistoso entre los creyentes e impulsando el compromiso con los necesitados.    

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA 

Lectura del libro del Éxodo 22,20-26

Así dice el Señor:
«No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto.
No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé.

Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos.

Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses.

Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar?

Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

El texto del libro del Éxodo nos habla de unos mandatos de Dios a su pueblo a favor de los más oprimidos y necesitados, -los inmigrantes, las viudas, los huérfanos-, aceptándolos como hermanos con un compromiso solidario y fraternal, porque Dios está de su parte, los acoge y defiende.

Lectura de la 1ª carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1,5c-10

Hermanos:
Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo.

Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra comunidad, la Palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes; vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no tengamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que os libra del castigo futuro.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

La comunidad de Tesalónica formada por fieles convertidos principalmente del paganismo aceptó el mensaje evangélico propuesto por el apóstol Pablo de modo radical.

Su honestidad cristiana y su profunda fe, llegó al conocimiento de todos, produciéndose una verdadera irradiación misionera, por lo que el apóstol da gracias a Dios.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:
– Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?

Él le dijo:
– Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.
Este mandamiento es el principal y primero.

El segundo es semejante a él:
– Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.

Palabra de Dios

COMENTARIO AL EVANGELIO      

Para un buen judío el amor a Dios era el primero y más importante de los mandamientos entendiendo y viviendo ese amor sólo en el ámbito de lo religioso como sumisión y obediencia a Dios, sin embargo, Jesús, junto al amor a Dios, pone el amor al prójimo con igual rango y categoría. Jesús une «lo divino» con «lo humano» y hace inseparable lo uno de lo otro. Jesús «seculariza» la religión y pone lo religioso en el ámbito de lo laico. Jesús viene a decir que ama a Dios la persona que antepone el bien a los demás a otros intereses.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

EL MANDAMIENTO PRINCIPAL

Para Jesús el mandamiento principal es amar a Dios y amar al prójimo.

        Para Jesús el amor hunde sus raíces en una entrega a Dios sin reservas: toda la persona, con sus aptitudes, sus proyectos y sus acciones, debe entregarse al proyecto de amor que Dios tiene sobre los hombres manifestado en la dedicación al prójimo o próximo como un hermano, como otro yo.

¿Y quién es mi prójimo?

Es uno mismo quien se hace prójimo. Prójimo me hago yo mismo en el acto en que, ante un ser humano, ante un extraño, incluso ante un enemigo, ante quien no tiene conmigo vínculos de sangre, ni de raza ni de afinidad psicológica decido dar un paso que me acerque y me aproxime a él.

Es importante que advirtamos la relación existente entre las dos novedades introducidas por Jesús. El amor al hombre nace de la entrega a Dios, pone de manifiesto nuestra adhesión a la voluntad de Dios. Pero Dios es Padre de todos.

Por eso, quien está radicado en el amor a Dios mira y se aproxima a todo hombre, creando vinculaciones nuevas de proximidad y superando las barreras de raza, de clase social, de diferencias de mentalidad, de distintas pertenencias religiosas.


Guión Domingo XXX del tiempo ordinario

DOMINGO 30º DURANTE EL AÑO

PREPARACIÓN:

Antes de la salida del celebrante

Hermanos, una vez más los que seguimos al Señor nos reunimos en torno a su mesa, en este domingo trigésimo durante el año. Y Él, que nos ha abierto los ojos, nos invita a reconocerlo, como el ciego del Evangelio, como el Mesías, el enviado de Dios.

AMBIENTACIÓN:

Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
Dios nos manifiesta hoy su infinita bondad y nos llama a creer, a confiar plenamente en Él, que es quien realmente salva. Y esta confianza que nos pide, nos hace acreedores a sus favores. Y Jesús nos presenta claramente la paternidad amorosa de Dios, dándonos la fe que nos cura totalmente de nuestra ceguera, aún la más profunda, dándonos la luz que penetra hasta nuestro interior.

1ª. LECTURA: (Jr 31, 7-9) (Ver texto)
Este anuncio del profeta Jeremías, acerca del gran designio de Dios, nos expresa que él nos ha salvado y quieres la salvación para todos los hombres.

SALMO RESP.: (125, 1-6) (Ver texto)
R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!
2ª. LECTURA: (He 5, 1-6) (Ver texto)
San Pablo nos dice que Jesucristo es nuestro gran Sacerdote, que comprende y se muestra indulgente con los ignorantes y descarriados.
EVANGELIO: (Mc 10, 46-52) (Ver texto)

Jesús nos habla y nos llama a cada uno de nosotros, para que todos quedemos iluminados por su luz.

ORACIÓN DE LOS FIELES:

CELEBRANTE:
Hermanos, con la misma fe y convicción con la que el ciego llamó e imploró a Jesús que lo salvara y para que pudiera seguir su camino, oremos a nuestro Padre del Cielo.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:

«SEÑOR, ESCÚCHANOS Y DANOS TU LUZ»

v Padre, te pedimos por la Iglesia y el Santo Padre Benedicto XVI, para que recibiendo su anuncio, llegue a todos los hombres tu Reino de vida, de fraternidad y justicia, de libertad y paz, oremos…

v Padre, te pedimos por nuestro Obispo y nuestros sacerdotes, para que junto a ellos hagamos realidad la lección que tu Hijo nos da hoy en este Evangelio y formemos una comunidad en la que no nos olvidemos de los más pobres y de nuestro compromiso con ellos, oremos…

v Padre, te pedimos por nuestra patria, para que trabajemos en conseguir una convivencia pacífica entre todos, que nos lleve a construir una nación en la que se termine la violencia y no existan tantas desigualdades económicas y sociales, oremos…

v Padre, te pedimos por todos los que sufren, para que encuentren en tu Hijo la luz y la fortaleza para sobrellevar su situación, y en nosotros la mano fraterna que ellos necesitan, oremos…

v Padre, te pedimos por nuestra comunidad, para que ni la moda, ni el sistema, ni el pensar de los demás, nos quiten la luz verdadera de los ojos y siempre podamos ver con los tuyos todas las cosas y acontecimientos, siguiendo comprometidamente a tu Hijo, oremos…

CELEBRANTE:
Señor, Dios rico en misericordia, atiende nuestra súplica y concédenos aquello que no nos atrevemos a pedirte, llenando nuestros corazones con tu luz. Te lo pedimos por tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:

Es nuestro deseo que Dios pueda realizar en nosotros su Reino de amor, por eso ahora presentemos sobre la mesa del altar, la ofrenda de nuestras vidas, junto con nuestras familiar y todas nuestras cosas.

Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea

DIÁLOGO DEL PREFACIO:

Al iniciarse el Prefacio (antes de «El Señor esté con vosotros»)

Proclamemos ahora nuestra fe en la salvación que Dios ha obrado en nosotros; elevemos con inmenso gozo nuestro canto de acción de gracias.

COMUNIÓN:
Queremos seguir a Jesús en su camino, luego que Él nos ha curado de nuestra ceguera espiritual, por eso es necesario que nos fortalezcamos comiendo de este Pan eucarístico.
DESPEDIDA:

Nuestro compromiso, fruto de esta Eucaristía, debe ser que, lejos de vivir de espalda a las situaciones de dolor y de prueba que viven tantos hermanos nuestros, podamos responderles con toda la fuerza de nuestra fe: “¿Qué quieres que haga por ti?”