Domingo 20 del Tiempo Ordinario reflexión del evangelio

Domingo 20 del Tiempo Ordinario reflexión del evangelio – Ciclo A

LA LECCIÓN DE UNA EXTRANJERA

        El nuevo panorama de un mundo cada vez más plural nos va a dar muchas lecciones sobre lo que significa ser creyentes de verdad.

        En el evangelio de hoy, una mujer cananea de raza, de cultura y de religión se acerca a Jesús con una súplica típica de una persona creyente.

El diálogo que se desarrolla entre Jesús y ella es una auténtica catequesis sobre la fe y la oración. Esto es lo primero que llama la atención: la confianza con la que invoca al que reconoce como profeta o, mejor, como Hijo de David y Señor.

Esta mujer pagana es alabada por la grandeza de su fe que se manifiesta en su plegaria insistente: “Señor, Hijo de David, ten compasión de mí”.

En esta oración hay una confesión de fe al proclamar a Jesús como Señor y la plegaria de una persona que es consciente que no puede bastarse a sí mismo, que necesita de la ayuda del Señor.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías 56,1. 6-7 

Así dice el Señor: 
– Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y se va a revelar mi victoria. 

A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza: los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios, porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.          

Palabra de Dios.

                                   COMENTARIO A LA 1ª LECTURA        

El profeta Isaías habla en nombre de Dios para decir a su pueblo que su salvación es universal para todas las personas y para todos los pueblos y el templo es el lugar de encuentro con Dios y lugar de oración.

Dios no entiende de fronteras. El hombre y la mujer han sido creados por Dios y están llamados a la salvación, sean de la nación que sean y hablen la lengua que quieran.

Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8 

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. 

  •  
    ilumine su rostro sobre nosotros: 
    conozca la tierra tus caminos, 
    todos los pueblos tu salvación. R:
  •  
    porque riges la tierra con justicia, 
    riges los pueblos con rectitud 
    y gobiernas las naciones de la tierra. R:
  •  
    que todos los pueblos te alaben. 
    Que Dios nos bendiga; 
    que le teman hasta los confines del orbe. R:

2ª LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,13-15. 29-32

Hermanos: 
A vosotros, gentiles, os digo: mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. 

Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? 

Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora, al desobedecer ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos que ahora no obedecen, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. 

Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. Principio del formulario

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

     El apóstol Pablo, como judío de “pura cepa”, se siente muy contrariado por la respuesta que el pueblo judío, como destinatario de la promesa de redención realizada por Dios, ha dado al mensaje redentor de Cristo-Jesús.

Si el pueblo judío no acepta a Jesús como Salvador, él se dedicará a proclamar el mensaje evangélico a los gentiles, a los paganos para que la misericordia de Dios se deje sentir a lo largo y a lo ancho de todo el mundo, porque la salvación es universal.                

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 15,21-28 

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón. 
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: 
– Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo. 

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: 
– Atiéndela, que viene detrás gritando. 

Él les contestó: 
– Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel. 

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: 
– Señor, socórreme. 

Él le contestó: 
– No está bien echar a los perros el pan de los hijos. 

Pero ella repuso: 
– Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos. 

Jesús le respondió: 
– Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas. 

En aquel momento quedó curada su hija.
-«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»

Palabra de Dios

COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

    La acción de Dios siempre responde a quienes acuden a Él con sencillez, con humildad, con fe, reconociendo su personal pobreza y la seguridad en la fuerza misericordiosa de Dios, como lo hizo la mujer cananea que sintiéndose necesitada, y sabiendo que Jesús podía satisfacer su necesidad, se acerca a Él a pesar del desprecio aparente con que es tratada.

Por la fuerza de su ruego, la sinceridad de su plegaria, su humildad, la confianza y fe sincera en Cristo-Jesús, alcanza lo que pide: la salud para su hija.                                                              

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

¿PARA QUÉ PEDIR ALGO A DIOS?

Nos hemos acostumbrado a dirigir nuestras peticiones a Dios de manera tan superficial e interesada que probablemente hemos de aprender de nuevo el sentido y la grandeza de la oración cristiana.

Los que creemos en un Dios Padre misericordioso tenemos que reconocer que Él nos ama sin medida. Para muchos creyentes Dios sigue siendo un Ser superior demasiado irreal, un ser lejano que no se preocupa del mundo.

Por un lado, nosotros estamos sumergidos en “el laberinto de las cosas terrenas”, y, por otro, a Dios lo vislumbramos sumergido en su mundo eterno, sin embargo, el creyente debe estar convencido que orar a Dios es descubrir que está de nuestro lado contra el mal que nos amenaza, que nuestra súplica a Dios supone invocarlo como gracia, liberación y fuerza para vivir, aunque creamos que Él no actúa ni interviene en nuestra vida.

Es cierto que Dios ha creado el mundo y lo respeta tal como es, nos ha hecho libres y no anula nuestras decisiones.

La súplica, la oración es ya fecunda en sí misma porque nos abre a ese Dios que está trabajando nuestra salvación definitiva por encima de todo mal. Si oramos a Dios no es para que nos ame más y se preocupe con más atención de nosotros. Somos nosotros los que, al orar, descubrimos la vida desde el horizonte de su amor y nos abrimos a su voluntad salvadora.

La humilde mujer cananea arrodillada con fe a los pies de Jesús puede ser una llamada y una invitación a recuperar el sentido de la súplica confiada al Señor.