El día del censo murió sorpresivamente el ex presidente Nestor Kirchner

«En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados.» Efesios 2:1 (NVI)
Néstor

El día del censo murió sorpresivamente el ex presidente Nestor Kirchner. Fue una noticia que golpeo a toda la sociedad argentina. Como todo político tenía detractores y seguidores. Un mes antes se había operado de un problema coronario y había dicho al salir «Tenemos Kirchner para rato». Un hombre poderoso, con influencias, con dinero, con liderazgo, pero que no pudo eludir a un enemigo invencible.

Alineado con su esposa, la presidenta de la Nación, estaba encarando la campaña presidencial para mantener el poder por tercer período consecutivo. Era el presidente del partido justicialista, el partido mayoritario del país, tenía como aliado a los sindicatos, era respetado por los principales empresarios de la Argentina, tenía el control sobre las masas y los jubilados. Tuvo grandes aciertos en su gestión, logro cosas increíbles a pesar de las contras que tenía. También se equivocó varias veces. Pero ayer falleció.

El Senado le ponía a César un esclavo detrás de él que en sus presentaciones tenía la obligación de repetirle al oído «César recuerda que tu eres humano.» Y muchas veces nos olvidamos de ese detalle. Somos simples mortales y no podemos controlar todas las cosas.

Somos sometidos por el dueño del imperio de la muerte, y frente al sepelio de un ex presidente, cuando toda la sociedad se moviliza para darle el último adiós en un merecido acto de respeto, se plantea insignificatividad de la vida. ¿De que vale tener todo el poder de un país, juntar una fortuna que no se puede gastar, tratar de seguir en el sillón de la presidencia cuatro años más, si tantas preocupaciones van a terminar con la vida?

¡Gracias a Dios que nosotros tenemos una escapatoria! Ya no estamos sometidos por quien tenía el imperio de la muerte. Jesucristo mató a la muerte cuando resucitó en la cruz y tiene el poder y la autoridad para dar vida y vida en abundancia.

Como dice el viejo poema: No son muertos los que yacen en una tumba fría, son muertos quienes tienen muerta el alma y caminan todavía. ¡Gracias a Dios por nuestro glorioso salvador que tiene el poder para darnos vida cuando estábamos muertos y brindarnos la mejor de las alternativas!

A los que mueren, el respeto que se merecen. Pero si estás vivo, es tiempo de disfrutar y de aprovechar el tiempo que nos queda.

REFLEXIÓN — Viví bien.