Hoy, 13 de octubre, falleció mons. Pablo Barrachina i Estevan natural de Jérica (Castellón) y obispo que fue de la diócesis de Orihuela – Alicante

Hoy, 13 de octubre, falleció mons. Pablo Barrachina i Estevan natural de Jérica (Castellón) y obispo que fue de la diócesis de Orihuela – Alicante

(Desde Jérica, Castellón, José Ángel Crespo Flor). Cuando llega el 13 de octubre hay que recordar a monseñor D. Pablo Barrachina i Estevan. ¡Un muy buen obispo al decir de los que lo trataron y convivieron con él!.

La Hermandad del Cristo de los Afligidos del Cañamelar (Valencia) que, desde hace unos años, el primer domingo de marzo ofrece una misa por el Cristo de los Afligidos de Jerica (Valencia) siempre suele tener muy presente a D. Pablo y desde luego una de las intenciones de la Misa es para él. Con ello por una parte se pretende que nadie lo olvide y por otra, se quiere tenerlo muy presente.

Vamos a recordar lo que se apuntó desde la diócesis de Orihuela – Alicante cuando se confirmó su defunción. Apuntes que hablan a las claras de la gran estima que se le tenía y de la gratitud, por todo lo que había trabajado por aquella Iglesia particular, que se le profesaba.

«El obispo emérito de la Diócesis de Orihuela-Alicante, Pablo Barrachina, falleció ayer (13 de octubre de 2008) a los 96 años de edad en su residencia de Alicante tras regresar de su último ingreso hospitalario por un episodio de neumonía.

Barrachina, que dirigió la Diócesis durante 35 años, murió «con mucha paz» y dos noches antes el actual obispo, Rafael Palmero, le dio su bendición tras visitarle como cada semana y rezar con él, según señaló ayer el párroco de la Basílica de Santa María, Antonio Vivo, que ha sido su colaborador más estrecho desde su llegada a Alicante, en 1954, y que ha permanecido junto a él en el último mes y medio.

Vivo, que fue su secretario y familiar a los 27 años de edad, y ocupó varios cargos bajo su etapa en el obispado, se ocupaba de darle misa a diario desde el pasado mes de septiembre, cuando su salud ya se encontraba muy deteriorada, y expresó su dolor por su marcha: «A mí se me ha muerto un padre y me trataba como tal.

Conmigo fue enérgico, a veces un poco autoritario, pero también fue un gran humanista. Anoche [por el domingo] le cogí las manos y recé con él un avemaría y me decía ‘Antonio, no te vayas, que te quiero mucho’. Ha muerto con mucha paz».


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