La FAMILIA primera comunidad creyente

La FAMILIA primera comunidad creyente

Creer es adoptar una forma de vivir, y como a vivir se aprende en los primeros años y en familia, es en la familia donde la persona vive la primera comunidad creyente.

En ella se transmite a los hijos que Dios está con ellos, en su rincón secreto, en el trabajo y en el cansancio, en la alegría, en el dolor, en los éxitos y en los fracasos.

En la familia se contagia la posibilidad de encontrarse con un Dios Padre que me ama y que nos ama a todos, en familia podemos encontrarnos con un Dios que nos anima e impulsa a comprometernos en construir el Reino de Dios, en hacer más fácil la vida a los demás, buscando siempre que todos seamos felices.

Es en la familia en donde se adquiere el hábito de los pequeños gestos de amor y de ternura, los sacrificios que benefician al otro, las generosidades y el compartir el proyecto de vida personal y el común y se transmiten fuerzas, corrigiéndose cuando sea necesario y estimulándose a dejarse animar por el Espíritu para el bien común.

Es en la familia donde se aprende, ya desde muy niño, a reír, a trabajar y a descansar, sabiendo que Dios es el impulso que nos lanza hacia los demás y nos convierte en un permanente regalo.

En la familia, como escuela del amor, cada miembro debe sentirse querido y debe aprender a querer manifestando su amor con expresiones frecuentes de cariño, debe valorarse el trabajo que cada miembro hace agradeciendo los detalles, se debe promover la autonomía de sus miembros.

Algo que no debe faltar en una familia es reírse juntos, esto es muy sano.

En una familia cristiana no debe faltar la oración en común, la unión con otras familias y la integración en
la comunidad parroquial participando en las Eucaristías dominicales y demás sacramentos.