Reflexión del evangelio para el Domingo de Pentecostes [Vídeo]

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

¡VEN ESPÍRITU SANTO Y DANOS VIDA!

      Celebramos la fiesta de Pentecostés, la fiesta del Espíritu. Celebramos el recuerdo intenso de su Palabra, el aliento de su Presencia que fue transformando a sus discípulos hasta que se hizo en ellos fuerza incontenible y poderosa, y un día, por fin, salieron a la calle como testigos públicos de Jesús Resucitado. Así nació la Iglesia, con la acogida del Espíritu de Dios.

En ella hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; diferentes servicios, pero un mismo Espíritu; es constituida como comunidad y familia de todos formando un solo Cuerpo, animados por el mismo Espíritu. Desde aquel día la Iglesia, formada por los seguidores de Jesús, repartidos por todas las naciones de la tierra, se sabe alentada por el mismo Espíritu, se esfuerza por sobrepasar toda lengua, frontera y nación con el anuncio del Evangelio en sus acciones y palabras, y asume la misión a salir a la calle del mundo para anunciar la resurrección de aquél que fue crucificado. 

      La Iglesia necesita el Espíritu de Cristo:

Espíritu de vida que nos haga mujeres y hombres creativos y creadores, capaces de poner vida y aliento para no dormirnos en los laureles.

Espíritu de discernimiento para entender por donde sopla el Espíritu, para entender el mensaje del Espíritu con los “signos de los tiempos”  

Espíritu de amor que consigue que las luchas se apacigüen y crezca el deseo de paz: que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA 

1ª LECTURA 
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:
– ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?

Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.

Palabra de Dios 

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

        Dios envía su Espíritu a los Apóstoles y los que estaban «encerrados y desconcertados» se lanzan a la calle para anunciar la salvación de Dios a las gentes venidas de todo el mundo. El mensaje evangélico sufre una acogida diversa: unos «oyen hablar de las maravillas de Dios» y otros piensan que «aquellos hombres están borrachos». El Espíritu, con su luz les empuja a testimoniar el amor de Dios a todos sin excepción y su perdón por la muerte y resurrección de Jesús. 

SALMO  

Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. 

  • Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
    Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. R:
  • Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo;
    envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R:
  • Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras.
    Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R: 

2ª LECTURA
1ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,3b-7. 12-13

Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Palabra de Dios 

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA  

   El apóstol Pablo da una serie de advertencias sobre los carismas que Dios concede a la Iglesia. Cada uno recibe su carisma especial, pero todos están ordenados a construir la unidad de la Iglesia. Los carismas se dan para el bien de la Comunidad y no para el bien personal exclusivamente. Todos ellos proceden del mismo Espíritu. No cabe, por tanto, que sean causa de divisiones en la Comunidad.  

EVANGELIO
 Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
– Paz a vosotros.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
– Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
– Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

Palabra de Dios  

COMENTARIO AL EVANGELIO     Jesús transmite a sus discípulos un mensaje de paz, su sola presencia les transmite alegría y les quita el miedo. A partir de este momento los envía a todo el mundo para que lleven su mensaje y vivan como Él les ha enseñado. Les transmite su Espíritu para que sean fuertes y perdonen los pecados. 

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

¡VEN ESPÍRITU SANTO Y TRANSFORMANOS! 

Poco a poco vamos aprendiendo a no necesitar estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros, con nuestro más íntimo. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven Espíritu Santo y libéranos del vacío interior.

Hemos aprendido a dejarnos programar desde fuera, quizás no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos, nos sentimos más perdidos que nunca. Ven Espíritu Santo y libéranos de la desorientación.

Hemos aprendido a ser más escépticos, pero también comprendemos que somos más frágiles e inseguros, a veces no encontramos sosiego y paz y nos embarga la tristeza. Ven Espíritu Santo y libéranos de la oscuridad interior.

Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, sentirnos bien, sentirnos mejor, buscamos disfrutar intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero aún así no somos felices del todo. Ven Espíritu Santo y enséñanos a vivir.

Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos vivos y amistosos. Al sexo le llamamos «amor» y al placer «felicidad», pero ¿quién saciará nuestra sed? Ven Espíritu Santo y enséñanos a amar.

Muchas veces la presencia de Dios ha quedado reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro, ya no podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones no acertamos a percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con Él. Hemos aprendido a vivir de espaldas al Misterio. Ven Espíritu Santo y enséñanos a creer.


Reflexión para el Domingo de Pentecostés | Ciclo A

Secuencia de Pentecostés  

         ¡Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo!
         Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndidos.
         Fuente del mayor consuelo.

         Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
         tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
         gozo que enjuga las lágrimas, y reconforta en los duelos.

         Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
         Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro;
         mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

         Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
         lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
         doma al Espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

         Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos.
         Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito;
         salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

AMÉN

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-8 

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno.

Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. 

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.

Enormemente sorprendidos, preguntaban: 
– ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? 

Palabra de Dios.

            COMENTARIO A LA 1ª LECTURA     

Los discípulos del Señor estaban reunidos, pero con las puertas cerradas por miedo a los judíos. El Espíritu Santo se hace presente en forma de lenguas de fuego porque es luz que ilumina la inteligencia, calor que favorece la acogida al Evangelio, fuego que contagia a todos y se extiende por todo el mundo.

La presencia del Espíritu Santo hace de aquellos hombres, llenos de dudas y de miedos, unos entusiastas apóstoles del Señor; de aquellas gentes divididas y extrañas unas de otras, un pueblo unido, viviendo el mismo Evangelio y la misma fe y esperanza.

Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34 

R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. 

  • ¡Dios mío, ¡qué grande eres! 
    Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. R:
  •  y vuelven a ser polvo; 
    envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R:
  •  goce el Señor con sus obras. 
    Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R:

2ª LECTURA

Lectura de la 1ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,3b-7. 12-13 

Hermanos: 
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. 

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. 
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. 

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Principio del formulario

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

      La venida del Espíritu Santo realizó transformaciones en los seguidores de Jesús: por encima de la diversidad de lenguas, se produjo una comprensión y unidad de fe, por encima de la diversidad de pensamientos, ideologías y razas se produjo la unidad en el sentir y la unidad en el actuar.

Con la venida del Espíritu Santo formamos un solo pueblo, hemos sido bautizados con un mismo bautismo, y hemos recibido un mismo Espíritu.                   

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-23 

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: 
– Paz a vosotros. 

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: 
– Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. 

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: 
– Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

Palabra de Dios

COMENTARIO AL EVANGELIO

   Jesús, el Señor, nos ofrece, una vez más, su PAZ, una paz que tiene el poder de transformar el miedo en entusiasmo, la duda en fortaleza, la decepción en esperanza, nos da su Espíritu que lleva consigo el don de la fortaleza para mantener la paz y vivir el perdón.

Nuestra apertura a la acción del Espíritu Santo hará de nosotros verdaderos testigos del Evangelio.       

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

ALIENTO DE VIDA

      El ser humano es barro. En cualquier momento se puede desmoronar. Sin embargo, este barro ¡vive! En su interior hay un aliento que le hace vivir. Es el Aliento de Dios. Su Espíritu vivificador.

      El momento culminante de Jesús resucitado es el nacimiento de la Iglesia. Al enviar a sus discípulos con el mandato: Id por todo el mundo…, Jesús “sopla su aliento sobre ellos y les dice: “Recibid el Espíritu Santo”. Sin el Espíritu de Jesús, la Iglesia es barro sin vida: una comunidad incapaz de introducir esperanza, consuelo y vida en el mundo.

Puede pronunciar palabras sublimes sin comunicar el aliento de Dios a los corazones. Puede hablar con seguridad y firmeza sin afianzar la fe de las personas. ¿De dónde va a sacar esperanza si no es del aliento de Jesús?

Sin el Espíritu creador de Jesús podemos terminar viviendo en una Iglesia que se cierra a toda renovación, una Iglesia a la que no le está permitido soñar en grandes novedades; una Iglesia estática y controlada, que cambie lo menos posible, una Iglesia que celebra su fe de forma vacilante con el lenguaje y los ritos de hace muchos siglos.

Ante esta situación, ¿cómo no gritar con fuerza?: “¡Ven, Espíritu Santo! Ven a tu Iglesia. Ven a liberarnos del miedo, la mediocridad y la falta de fe en tu fuerza creadora”  

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