SAN LUCAS 2, 32 «Una LUZ para alumbrar a las NACIONES y GLORIA de tu PUEBLO ISRAEL»
«Cuando Simeón tomó al niño Jesús en sus brazos, proclamó que Él era la luz para iluminar a las naciones. Esa luz, que es Cristo, brilla en la oscuridad del mundo, trayendo esperanza, salvación y vida nueva.
Nosotros también necesitamos esa luz en nuestra vida. Hay momentos de oscuridad en los que sentimos miedo, desorientación o incluso desesperanza. Sin embargo, Jesús nos asegura que Él es la luz del mundo y que, al seguirlo, nunca caminaremos en tinieblas.
Hoy, reflexionemos: ¿Qué áreas de mi vida necesitan ser iluminadas por la luz de Cristo? ¿Estoy permitiendo que Jesús guíe mi camino, o me dejo llevar por otras ‘luces’ que no conducen a la vida eterna? Pidamos a Jesús que ilumine nuestro corazón y nos transforme en portadores de su luz para los demás.»