Trinidad santa | Canto de entrada | Música católica

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Rem La#
Trinidad Santa, un solo Dios:
Lam Rem
Tú—u—u Señor(2)

Fa Do
En el nombre del Padre,
Solm Rem
del Espíritu y del Hijo
Fa Do
aquí estamos reunidos

Solm
para alabar tu nombre siempre
La7
y recibir tu Amor

Hoja parroquial para el Domingo de la Santísima Trinidad

LO ESENCIAL DEL CREDO         

Los cristianos que proclamamos con frecuencia el Credo necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de él para aprender a vivirlo con alegría nueva.

         Decimos: «Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra», creemos en un Dios que no nos deja solos ante nuestros problemas y conflictos, un Dios que no nos tiene olvidados, un Dios que es nuestro «Padre» querido.

Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Nos ha creado a todos sólo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo. Dios nos sigue mirando a todos con amor.

Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en un Dios Creador y Padre pues habríamos perdido nuestra última esperanza.

         Decimos: «Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor». Jesús es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Mirando a Jesús, vemos a Dios Padre, en sus gestos captamos su ternura y comprensión.

En él podemos sentir a un Dios cercano, amigo. Jesús nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Nos ha indicado, además, el camino a seguir. Si olvidamos a Jesús, ¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza?

         Decimos: «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida». Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el fondo de cada uno de nosotros.

Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros.                                                            

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA 

1ª LECTURA

Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31

Así dice la sabiduría de Dios: «El Señor me estableció al principio de sus tareas, «al comienzo de sus obras antiquísimas.

En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada.

No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales.

Cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.»

Palabra de Dios

  COMENTARIO A LA 1ª LECTURA    

La Sabiduría de la que nos habla el libro de los Proverbios  es Dios como principio y origen de todo lo creado que no ha tenido principio ni tendrá fin.

Salmo responsorial: 8


  • Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,                                     la luna y las estrellas que has creado,                                                   ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,                                          el ser humano, para darle poder? R.

2ª LECTURA

Lectura de la carta de San Pablo a los Romanos 5, 1-5

Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.

Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Palabra de Dios.

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

    El apóstol Pablo nos muestra a Jesús como Salvador de los hombres que ha realizado y consolidado la paz entre los hombres y Dios. Por la fe en Jesús alcanzamos la vida de Dios en nosotros. Una vida que no está exenta de dificultades, pero que son superadas por la gran esperanza que nos ofrece y la fuerza del Espíritu que vive en nosotros.   

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena.

Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío.

Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.»

Palabra del Señor.

COMENTARIO AL EVANGELIO

    Jesús promete a sus discípulos que cuando Él ascienda al Padre les enviará el Espíritu Santo, que los guiará hasta la verdad plena     

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL  

LA TRINIDAD, LA MEJOR COMUNIDAD     

¿Quién es Dios… qué sé de Él? ¿Qué relación tengo con Él? ¿Qué lugar ocupa en mi vida? ¿Qué importancia tiene para mí?     

Son preguntas que se han hecho las personas de todos los tiempos, que nunca responderemos satisfactoriamente.

Porque Dios es un misterio: nos trasciende, nos sobrepasa y no podemos saberlo todo ni entenderlo todo. Creer en Dios es aceptar que hay muchas preguntas que no sabremos responder nunca.     

Dios es un Padre bueno que quiere mi felicidad, me cuida, me guía, me acompaña, me protege. Tiene entrañas de misericordia: se apena y se preocupa cuando me desvío y me dirijo por un camino de infelicidad y destrucción.

Dios es un Padre bueno que me acepta como soy, me perdona y me pone de nuevo en el camino del bien cuando me salgo de él.     

Si queremos conocer a Dios hemos de acudir constantemente a Jesús, a su Palabra de vida.

Si queremos amar a Dios hemos de abrirnos a la acción del Espíritu, dejarnos llevar de su presencia, confiar y dejarnos cuidar por Él, que es Padre, acudir a Él, que tiene entrañas de misericordia cuando nos desviamos, nos equivocamos y hemos de volver a empezar.