Camino de Cuaresma – Humildad en la justicia

Camino de Cuaresma – Humildad en la justicia

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Breve silencio para ponernos en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.

ORACIÓN INICIAL

Jesús, quiero cruzar junto a ti el desierto de la humildad. Quiero salir más desprendido para poderte buscar con un corazón más libre. Ayúdame a que mi encuentro contigo en este desierto me haga más semejante a ti. Quiero ser dichoso por contarme entre tus elegidos.

CITA

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia. porque serán saciados. (Mt 5, 6)

REFLEXIÓN

En un mundo lleno de injusticias, el uso indiscriminado de la palabra justicia la va dejando cada vez más vacía de sentido, limitándose únicamente a lo humano y social. Pero nosotros debemos sentir verdadera urgencia por la justicia divina, que se refiere ante todo a Cristo. Él es el Justo por excelencia, quien nos justificó a todos siendo fiel a la voluntad del Padre, asumiendo su Pasión y posteriormente resucitando.

La Cuaresma es una preparación al acontecimiento más grande de la historia. Es en la Resurrección donde se alimenta nuestra esperanza; la vida eterna es la promesa de Dios que debe ser motivación para tener hambre de la justicia, buscarla y vivirla.

Aceptar la voluntad de Dios en nuestra vida sólo significa una cosa: amar. Y como la justicia se debe primeramente a Dios, debemos amarle a Él sobre todas las cosas, anhelar su cercanía, buscar su rostro, querer lo que Él quiere, confiar en Él durante la prueba, esperar con humildad la salvación que sólo Él nos puede alcanzar.

Justicia es amar al prójimo, al que por naturaleza queremos o nos quiere, pero también al que nos ha herido, o al que quisiéramos juzgar. Es caminar en la fe y en la verdad, aceptando el sufrimiento, perseverando en la persecución; custodiando la vida, perdonando sin excepción, llevando a todos los corazones la alegría del amor de Dios… sabiendo que al final, Dios limpiará las lágrimas de nuestro rostro y saciará nuestra sed para siempre. Nunca volveremos a tener hambre.

Esta justicia es exigente y nosotros somos pequeños, por lo que es necesario pedir al Espíritu Santo sus dones para poder renovar cada día las promesas de nuestro Bautismo y continuar con nuestra conversión, recordando las palabras de San Pablo: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?… ¿Quién será el que condene…? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?” (Rm 8, 31.34.35)

ORACIÓN

Señor, si esta es tu voluntad, así sea;
Señor, si esto es por tu amor,
así sea en tu nombre.

Señor, si esto te parece necesario para mí,
haz que yo lo use para tu gloria.
Señor si es así o de otra manera,
que sea según tu voluntad, no según la mía.

Dame lo que quieras,
cuanto quieras y cuando quieras.
Dispón de mí según tu sabiduría
tu voluntad y para tu mayor gloria.
Ponme donde quieras,
Y haz conmigo lo que quieras, libremente.
Estoy en tus manos.

Del libro Imitación de Cristo. Tomás de Kempis

PROPÓSITO

El día de hoy repetiré esta oración de Isaac de Stella (Sermones para la fiesta de Todos los Santos): “El comienzo de la justicia consiste en no cometer injusticia contra nadie; su progreso consiste en sufrir con paciencia la injusticia recibida, su perfección está en hacer bien a todos”.

Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.