Pedimos por ellos, por si en algo nos necesitan

Pedimos por ellos, por si en algo nos necesitan

1.- En realidad no venimos a ofrecerlos una corona de flores, como puede hacerse ante el monumento de los muertos por la patria.

Vamos a estar un rato con ellos en la misa que es punto de encuentro, puesto que al altar baja Dios y ellos están en Dios, como esperaron.

Hoy conmemoramos a esos seres queridos, que echamos de menos, porque caminaron más deprisa que nosotros y dejamos de verlos como se deja de ver a quien camina ante nosotros y los perdemos de vista al torcer el camino.

No los hemos perdido, allí están y volveremos a estar con ellos cuando lleguemos también nosotros a esa curva del camino.

2.- Lo esencial en nuestra fe, es que como Jesús resucitó, todos tenemos asegurada una vida sin fin. Sin esta creencia nuestra fe sería vana, como nos dice San Pablo.

El prefacio de difuntos nos dice: “la vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma”. Como se transforma el gusano de seda en mariposa, o el grano de trigo, podrido en el surco, se transforma en una preciosa espiga.

Pero nos cuesta creerlo.
Durante millones de años hemos estado atados a la tierra por la fuerza de la gravedad, hasta que en la era espacial hemos podido romper esa cadena y volar fuera de la órbita de la Tierra, por el espacio.

Pues hasta que Jesús resucitó hemos estado todos atados a la tumba por la cadena de la muerte, y fue Jesús el primero que pudo romper esa cadena y volar libremente por la vida eterna.

Y como dice San Pablo con Él hemos resucitado todos. Todos hemos roto la cadena que nos ataba a la tumba.

3.- El Evangelio está lleno de palabras de resurrección: “Yo soy la resurrección y la vida”, “quien cree en mi tiene vida eterna”, “el que come mi carne tiene vida eterna.

¿Resurrección de quien y vida de quien si todos tenemos que ser absorbidos de nuevo por la nada? Sin nuestra resurrección, nuestra fe está llena de absurdos.

¿No es absurdo creer en un Dios creador del universo y de la humanidad, y que al cabo de unos millones de años ese Dios vuelva a quedarse en su eterna soledad, junto a un cementerio galáctico, en que estuvieran enterrados los millones de seres humanos –sus hijos—que él ha creado?

4.- ¿No sería totalmente absurdo que el Hijo de Dios se haga uno de nosotros, y diera su vida por nosotros y después de marcharse de nuevo a su cielo, todos nosotros nos convirtiéramos en macabra ceniza de sepulcro?

¿A qué vendría hacerse hombre y mujer, trabajar, sufrir y morir como seres humanos que al fin van a desaparecer?

Pero eso celebraciones como la de hoy es para reafirmarnos en que nuestros seres queridos, aunque no los veamos, están.

Y están envueltos en el cariño de Dios, disfrutando de la belleza de Dios, imbuidos en la energía de Dios que fue capaz de sacar de la nada lo que existe.

Por eso mientras pedimos por ellos, por si en algo nos necesitan, sobre todo nos ponemos bajo su protección, porque su descanso en paz, no es la paz del cementerio, ni la paz holgazana del que no espera nada apoyado en tapia de adobe.

Con la energía de Dios que hoy participan están, sin duda, al lado de sus seres queridos, ayudándonos a cruzar el mar de la vida que, como prácticos del puerto, consigan que entremos con ellos en puerto seguro

José María Maruri, SJ


ORACIÓN para el DÍA DE TODOS LOS SANTOS